Wilmer Solano, de 56 años, y Nancy Edith Riofrío, de 55 años, no fueron a trabajar el lunes por la mañana. Su hija Briggithe, extrañada, acudió junto con su hermano a la casa de campo de sus padres en Llíria (Valencia). Los encontraron muertos en el suelo, en una habitación cerrada y sin ventilación.
A los pies de la cama había un brasero combustible y un fuerte olor a humo invadía toda la estancia. La principal hipótesis es que la mala combustión del brasero convirtió la habitación cerrada en una trampa mortal. Todo indica que Wilmer se despertó antes de morir tratando de salvar a su mujer.
La tragedia rompe cruelmente los sueños de esta pareja que llegó de Ecuador hace más de veinte años huyendo de la crisis. Su última voluntad era ser enterrados junto a sus padres en Ecuador. Sus hijos luchan ahora para hacer frente a la repatriación de los cadáveres, que asciende a 10.000 euros.
No fueron a trabajar
Wilmer y Nancy estaban acostumbrados a trabajar duro para sacar a su familia adelante. Llegaron a España huyendo de la crisis económica que azotó a Ecuador en 1998. Wilmer, licenciado en Medicina, empezó a trabajar de mecánico, mientras que su mujer Nancy se ganaba la vida limpiando casas.
Con mucho esfuerzo lograron traer a España a sus dos hijas de ocho años y a su bebé de meses. Más tarde llegaron sus dos hijos mayores, y la familia se asentó en la provincia de Valencia. Poco a poco consiguieron consolidar su situación y como muchos otros migrantes, España se convirtió en su casa.
El lunes, Wilmer no abrió la persiana del taller que regentaba en Benicalap, algo que extrañó mucho a los clientes. Nancy tampoco fue a trabajar a la casa donde limpiaba, cosa también muy rara porque siempre era muy puntual. Llamaron a los hijos del matrimonio, que en seguida se pusieron en alerta.
Hallazgo de los cuerpos
Los hijos de Wilmer y Nancy intentaron contactar con ellos por teléfono, pero no respondían. El matrimonio vivía en casa de su hija en Valencia, pero a veces se quedaban a dormir en la casa de campo que tenían en Llíria. Decidieron ir allí para ver si les había pasado algo, y se confirmaron los malos presagios.
Según relata Briggithe en Levante, al abrir la persiana vio la cama sin hacer y percibió un intenso olor a humo. Intentaron abrir la puerta del salón pero estaba cerrada por dentro, y entonces el hijo vio los cuerpos tirados en el suelo. Eran las dos de la tarde cuando llamaron a los servicios de emergencia.
La Policía Local de Llíria y la Guardia Civil se fijaron de inmediato en un brase combustible sólido que había a los pies de la cama. Una mala combustión del brasero provocó la intoxicación mortal con monóxido de carbono. La autopsia ha confirmado las sospechas iniciales de los agentes.
Sus últimos instantes con vida
La noche del pasado domingo, la pareja decidió ir a dormir a la casa de campo que tenían en Llíria. Después de cenar se acostaron en la cama, con las puertas y las ventanas cerradas y junto a un calentador. La posición de los cuerpos muestra lo que ocurrió junto antes de morir intoxicados.
Wilmer percibió los efectos del monóxido de carbono y se levantó de la cama para sacar a su mujer de la habitación. Sin embargo, después de dar unos pocos pasos perdieron el conocimiento y cayeron desplomados en el suelo. Allí, el gas tóxico hizo el resto acabando con su vida.
“Queremos cumplir su última voluntad, que era poder descansar en paz en Ecuador, junto a sus padres”, cuentan sus hijos. La familia ha pedido ayuda para poder costear el traslado de los cadáveres a su país. Necesitan 10.000 euros, algo fuera del alcance para esta familia humilde y trabajadora.
El monóxido de carbono es un gas letal que no tiene olor ni color, y causa la muerte de las víctimas sin que estas se den cuenta. La intoxicación se produce por la mala combustión de aparatos, y la concentración del gas en espacios cerrados. Es recomendable dormir alejado de estufas y calentadores, y ventilar bien las habitaciones.
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