La Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a once años y cinco meses de cárcel a un pederasta reincidente que abusó de sus nietas. Fue condenado por primera vez en 2008, por abusar de siete niñas. Su familia siempre confió en su inocencia y dejó que se viera con sus nietas al salir de la cárcel.
La justicia le condena ahora por dos delitos de abusos sexuales continuados y contra la indemnidad sexual sobre menores de trece años. Fueron las propias víctimas las que desvelaron el infierno por el que estaban pasando. Solo entonces, las hijas del pederasta abrieron los ojos.
La protección familiar ha servido como refugio para que este monstruo siguiera perpetrando sus fechorías. La justicia le ha aplicado el agravante de reincidencia y de vínculo familiar con las víctimas. El hombre ya está en la cárcel, pero las niñas han quedado marcadas por un trauma difícil de borrar.
Condenado por abusar de siete niñas
El Juzgado de lo Penal número 7 de Málaga condenó a este hombre en 2008 por siete delitos de abuso sexual a menores. Abusó de siete niñas cuando regentaba una tienda de golosinas en la capital malagueña. A pesar de que la sentencia era firme, sus hijas siempre confiaron en su inocencia.
Tras cumplir su condena se mudó a una casa de campo donde solían visitarlo sus hijas, acompañadas de las dos menores. Convencidas de que su padre era inocente, querían ayudarle a superar los años de cárcel con el apoyo familiar. Por eso dejaron que se viera con sus nietas a menudo.
Según la sentencia de la Audiencia Provincial de Málaga, las niñas comenzaron a sufrir tocamientos en 2012. Las niñas tenían ocho y doce años, y en el caso de la pequeña los abusos tenían lugar en la piscina. Su abuela se inventaba juegos en el agua para manosear sus partes íntimas.
Abusos continuados y con engaños
La sentencia dictada por la Sección Novena de la Audiencia Provincial de Málaga añade que la víctima no era consciente de los tocamientos. Los abusos se prolongaron en el tiempo hasta 2014, cuando la niña cumplió diez años. Un día manifestó a su madre que no quería volver a ver a su abuelo.
No dio más detalles, más que la idea de que no le gustaba la forma en la que su abuelo jugaba con ella. Fue entonces cuando su madre, hija del pederasta, empezó a sospechar que podría haber sido víctima de abusos sexuales. De pronto vio que podría haberle ocurrido lo mismo que las otras niñas.
El abuelo también abusó de su otra nieta, prima de la otra víctima, entre 2012 y 2015 (hasta que la niña tuvo quince años). La menor hacía deporte y él se ofrecía para hacerle masajes y tocarle diversas partes del cuerpo mediante engaños. Fue en 2020 cuando esta chica decidió a denunciarle.
La niña tiene ataques de pánico
La víctima se enteró de que su abuelo también había abusado de otras niñas años atrás, y tuvo el valor de denunciar los tocamientos. A continuación, la nieta pequeña contó el motivo por el cual había pedido dejar de visitar a su abuelo. En cuanto escucharon su relato, las hijas del pederasta abrieron los ojos.
Fueron ellas quienes interpusieron la denuncia contra el hombre que ahora pasará once años y cinco meses en la cárcel. Los jueces le consideran culpable de dos delitos de abusos continuados con agravante de reincidencia y familiaridad. La sentencia señala que actuó con prevalimiento de su ascendencia familiar.
También le imponen una prohibición de acercarse a menos de 500 metros y comunicarse con las víctimas durante un período de nueve años. Cuando salga de la cárcel tendrá una pena de nueve años de libertad vigilada. La menor de las víctimas tiene ataques de pánico y temores nocturnos que precisan atención psicológica.