Sigue la consternación por la muerte de una niña de 3 años tras ser operada de amígdalas en el Hospital de Alta Resolución de Écija (Sevilla). Los padres de la menor han mostrado su intención de emprender acciones legales contra los médicos. Fueron varias veces al hospital, hasta que la niña acabó muriendo.
Los médicos mandaron a la niña a casa hasta en dos ocasiones, a pesar de que estaba en muy malas condiciones. Cinco días después de la intervención, sus padres la llevaron al hospital con una hemorragia descomunal. Murió horas después ante la desesperación de sus seres queridos.
El Español ha puesto nombres a esta historia y ha dado voz a los padres de la niña. Ellos y su hijo mayor de 9 años se encuentran en tratamiento psicológico tras la muerte de Manuela. Una muerte que se podría evitado con una atención adecuada, y que ahora podría tener consecuencias penales.
Una operación precipitada
El dramático caso de Manuela arranca con una visita al otorrinolaringólogo, porque la niña de 3 años estaba siempre resfriada. El especialista del Servicio Andaluz de Salud vio en una radiografía que la menor tenía las vegetaciones muy grandes. De ahí la recomendación para que la operaran de anginas.
Establecieron el 27 de octubre para la intervención que, a priori, tenía que acabar con los problemas de salud de la niña. Sus padres no las tenían todas consigo porque veían a Manuela muy pequeña para una operación. Pero confiaron en el criterio médico y se pusieron en manos de los profesionales.
Finalmente la fecha de la operación se adelantó al 19 de septiembre, y ahí empezaron los problemas. “No le hicieron análisis de sangre, la pesaron para la prueba de la anestesia y hacía dos kilos menos de los 15”, explica el padre. Les dijeron que era una operación sencilla “y que le pondrían menos anestesia”.
No han vuelto a ver al médico
Manuela fue operada el 19 de septiembre a las 09:15 horas de la mañana con anestesia general. La intervención duró 45 minutos, y se quedó en observación hasta las seis de la tarde cuando volvió a casa con sus padres. Recuerdan que la anestesia le afectó mucho y apenas podía levantarse.
El padre lamenta que el doctor que la había operado no fue a verla en ningún momento y en su lugar la visitó otro médico. En el papel del alta, el médico que la intervino especificaba que si había alguna complicación se la derivaran a él. La verdad es que la familia nunca más volvió a ver a ese doctor.
Además, cuando fueron a la farmacia no les habían cargado las recetas de la medicación para el postoperatorio. Tuvieron que volver al hospital para que les hicieran el trámite, lo cual sucedió a las 19:15 horas. Doce horas después, Manuela despertó en un estado que alarmó a sus padres.
No comía ni hablaba
Manuela no comía ni hablaba, apenas se movía y solo estaba bien acostada. Decidieron llevarla a Urgencias pero les dijeron que eran las consecuencias normales de una operación. Pidieron cambiar la medicación porque la niña no podía tragar, le recetaron supositorios y la mandaron a casa.
El segundo día la niña manifestó un empeoramiento, ya que no podía tragar ni hablar y se iba debilitando. La llevaron de nuevo a Urgencias y le pusieron Urbason, un medicamento para bajar la inflamación extrema. Media hora después le dieron el alta, pero entonces empezaron los problemas de verdad.
“El urbason es un vasodilatador, y creemos que eso fue la estocada final”, lamenta el padre de la niña. Él se quedó toda la noche vigilando a la menor, ya que su mujer está embarazada de seis meses y necesitaba descansar. A las cinco de la madrugada, Manuela tuvo el ataque final.
El fatídico desenlace
“Se puso muy agitada y empezó a tener arcadas, la cogí en brazos y de pronto vomitó sangre. Muchísima sangre, prácticamente toda la que tenía en su cuerpo”, descubre el padre de forma desgarradora. Padre y madre dejaron solo a su hijo de 9 años en casa para correr con Manuela al hospital.
La menor llegó a Urgencias del Hospital de Écija “prácticamente desangrada”, con un shock hipovolémico postoperatorio. La ambulancia medicalizada tardó tres horas en llegar al Hospital Virgen del Rocío, el único lugar donde le podían salvar la vida. Cuando llegó allí, su situación era crítica.
La niña recibió varias transfusiones de sangre, pero seguía con hemorragias y necesitaba una operación urgente. Su pequeño cuerpo acabó colapsando y llegó a un estado de muerte cerebral del 90%. El 10% restante se fue apagando hasta que el 24 de septiembre certificaron su defunción.
Habla el Servicio Andaluz de Salud
Los padres y el hermano de Manuel tienen que pagarse un psicólogo privado mientras el hospital aún no se ha puesto en contacto con ellos. Un mes después siguen sin conocer el resultado de la autopsia que exigieron tras la muerte de su hija. Ahora han puesto el caso en manos de abogados para que se haga justicia.
“Sé que no voy a recuperar a mi hija, pero tengo que darle voz ahora que ella no puede defenderse”, afirma su padre. Lamenta que “ella no se lo merecía” y que su muerte era evitable. El bufete de abogados cree que el Hospital de Écija podría ser objeto de un delito de homicidio por imprudencia.
Denuncian varias irregularidades, como no hacer la analítica de sangre previa o el error en la medicación del postoperatorio. Por su lado, el Servicio Andaluz de Salud ha lamentado el fallecimiento de la menor. “Si finalmente se confirma la demanda, el hospital está a disposición del juzgado para lo que requiera”, aseguran.