Un reciente estudio hecho en el cráter Wolfe Creek en Australia, el segundo cráter más grande del mundo, ha permitido calcular con qué frecuencia golpean la Tierra los grandes meteoritos. Según un el profesor Tim Barrows, de la Universidad de Wollongon (UOW), el estudio del cráter Wolfe Creek, ha permitido calcular con qué frecuencia golpean estos cuerpos la tierra: al menos cada 180 años.
Solamente los grandes cuerpos pueden llegar a travesar la atmósfera terrestre y llegar a impactar sobre la corteza. Este fue el caso del meteorito que alcanzó nuestro planeta en Australia Occidental y que formó el cráter Wolfe Creek. El meteorito en cuestión se estima que medía unos 15 metros de diámetro y pesaba alrededor de 14.000 toneladas.
El nuevo estudio, publicado en la revista Meteoritics & Planetary Science, encontró que el impacto probablemente ocurrió hace unos 120.000 años, mucho más recientemente que la estimación anterior de hace 300.000 años.
Nuevos cálculos…
Cuando tienen lugar impactos de meteoritos en la corteza terrestre, estos forman cráteres que en la mayor parte del mundo acaban siendo erosionados y destruidos por la actividad geomórfica. Pero no es el caso de Australia, donde en las zonas áridas los cráteres presentan un excelente registro de preservación. De este modo, los investigadores del artículo pudrieron extrapolar una tasa de impacto para toda la Tierra.
«Teniendo en cuenta que Australia es solo alrededor del 1% de la superficie terrestre, la tasa aumenta a uno cada 180 años. Esta es una estimación mínima porque algunos impactos más pequeños probablemente fueron cubiertos por arena», comenta Barrows. El número de objetos grandes que llegan a la Tierra es probablemente 20 veces mayor, porque muchos de ellos ‘no sobreviven’ al cruzar la atmósfera. «El recién resultado nos da una mejor idea de lo frecuentes que estos eventos pueden ser», añade Barrows en un comunicado.
…con nuevas técnicas
El grupo de investigadores utilizó dos nuevas técnicas para datar el cráter australiano. Una fue por exposición, que estima el tiempo que una roca ha estado expuesta en la superficie de la Tierra a la radiación cósmica, y la otra por luminiscencia estimulada ópticamente, que mide cuánto tiempo hace que los sedimentos estuvieron expuestos por última vez a la luz del sol.
También recalcularon las dimensiones del cráter usando un modelo topográfico tridimensional. De este modo, los investigadores también pudieron recalcular la edad del Cráter Meteor en Arizona, el más grande del mundo, y descubrieron que es probable que tenga 61.000 años, más de 10.000 años más de lo que se pensaba