Olivia, la niña de 6 años asesinada por su madre en Gijón, ya descansa en el cementerio de Torrecaballeros (Segovia). Su madre la mató el sábado por la noche dándole de beber un vaso de leche lleno de tranquilizantes. Luego se quedó doce horas tumbada junto al cuerpo hasta que llegó la policía.
El padre de Olivia llevaba años batallando para conseguir la custodia de la niña y arrancarla de los brazos de su madre enferma. Noemí, de 48 años, estaba en tratamiento psiquiátrico y se había obsesionado con la niña. Llegó a denunciar a su exmarido veintiocho veces para alejarlo de la niña.
Finalmente, Eugenio consiguió la custodia de la niña y el pasado viernes el juzgado notificó a la madre que tenía que entregarla. “Antes de dejarla con su padre, la mató”, avisó a su hermano a través de un mensaje. Al día siguiente cumplió su cometido, y acabó con la vida de su hija de forma deliberada.
La promesa del padre de Olivia
El cuerpo sin vida de Olivia viajó hasta Segovia, el pueblo donde vive la familia paterna, para ser sepultado. Su padre Eugenio se abrazó al féretro antes de que fuera introducido en el nicho, e hizo una promesa: “Lucharé para ser el último padre que tenga que enterrar a su hija de esta forma, te vamos a hacer justicia”.
Cientos de familiares, amigos y vecinos acompañaron la comitiva fúnebre hasta la sepultura de la menor. En el ambiente flotaba una mezcla de dolor e indignación, con la sensación de que la tragedia podría haberse evitado. Consideran que algo ha fallado y no se ha protegido a la niña debidamente.
Recorrieron a pie y en silencio los tres kilómetros que separan la iglesia del cementerio. En el pensamiento de todos estaba Olivia, una niña muy alegre y con muchas ganas de vivir a pesar de todo lo que tuvo que sufrir. A la cabeza iban Eugenio y su pareja, María, con los abuelos paternos, Eugenio y Mari Carmen.
La familia de la madre, presente
Al funeral acudieron también el hermano de la parricida, sus abuelos y otros familiares de la madre. Se mantuvieron en un segundo plano, en los bancos traseros de la iglesia, y no participaron en el cortejo fúnebre. Eugenio se negó a hablar de la madre, y dio todo el protagonismo a su hija fallecida.
El padre ha querido recordar a su hija como lo que era, una niña alegre y risueña con una gran capacidad de superación. A pesar de la difícil situación familiar que le tocó vivir, siempre estaba feliz y había empezado primero de primaria con mucha ilusión. Todos sus sueños quedaron truncados de repente.
“Esto no va de hombre y mujeres”, aclaró Eugenio, “esto va de que no pueden hacer esto a un niño, ¡es un niño, por Dios!”. Los vecinos donde vivió la niña los últimos meses están en shock y han llenado el portal de peluches. También la puerta de la escuela donde la niña había empezado el curso.
La madre no muestra arrepentimiento
La policía encontró el cuerpo sin vida de la menor junto al de su madre, inconsciente con síntomas de intoxicación leve. La llevaron a un hospital, donde le dieron el alta al cabo de unas horas y fue conducida a los calabozos. Según fuentes policiales, pasó su primera noche entre rejas como si la cosa no fuera con ella.
Desde su detención el domingo, la mujer ha mantenido en todo momento una actitud fría y sin atisbo de arrepentimiento. No muestra sentimientos de culpa ni exterioriza ningún tipo de tristeza por haber matado a su hija. Está previsto que en las próximas horas pase a disposición judicial.
Noemí Martínez Largo, la parricida, estaba en tratamiento psiquiátrico y tenía acceso a los tranquilizantes con prescripción médica. Fueron precisamente esos medicamentos los que suministró a su hija. La autopsia confirmó que Olivia murió por intoxicación de barbitúricos, doce horas antes del hallazgo.
La polémica está servida
Noemí y Eugenio se casaron en 2015 y al año siguiente tuvieron a su hija Olivia. Vivían en Palazuelos de Eresma, en Segovia, y un año y medio después él decidió poner punto y final a su matrimonio. Empezó entonces un infierno de denuncias con las que Eugenio llegó a tener incluso una orden de alejamiento.
El padre no se rindió y estuvo varios años peleando en los juzgados para demostrar que su mujer no estaba en condiciones de cuidar a la niña. Hace poco, Noemí se instaló en Gijón con la intención de alejar a la niña de su padre. Finalmente la justicia dio la razón al padre, que este lunes tenía planeado viajar con la niña a Segovia.
La Asociación de Padres Separados de Asturias ha levantado la voz contra lo que creen una injusticia. Han pedido más medios y más apoyos para que estos hechos no vuelvan a ocurrir jamás. Y han condenado la diferencia de trato dependiendo del sexo de la persona presuntamente agresora: “¿Somos o no somos iguales?”.