Este lunes 12 de septiembre tenía que ser un día de fiesta grande en la plaza de toros de la Condomina, en Murcia. Se celebraba la primera feria después de la pandemia, con un cartel de lujo encabezado por El Juli. Un trágico suceso cuando ya había acabado el espectáculo tiñó la fiesta de luto.
Santiago López Carcelén, de 48 años y vecino de Cabezo de Torres, fue corneado hasta la muerte por uno de los toros. Ocurrió en los corrales de la plaza de toros cuando iban a darle la puntilla a la res. El animal se cebó con la víctima propinándole una cornada que le sacó los intestinos.
El hombre fue trasladado de urgencia al Hospital Reina Sofía de Murcia, donde murió poco después. Sandalio Tornero, un amigo que estaba con él cuando pasó todo, ha relatado el suceso en el diario El Español. Según ha explicado, “Santiago no tendría que haber entrado allí para nada”.
Una velada teñida de luto
Santiago López Carcelén era un carnicero con experiencia como matarife y aficionado a los toros. El Juli era uno de sus toreros favoritos, así que no quiso perderse la velada taurina de este lunes en La Condomina. Se llevó a su mujer y a sus tres hijos, sin sospechar que la muerte le acechaba.
‘Limpiador’, el tercer toro de la tarde, no pudo cumplir su faena porque cojeaba de uno de los cuartos traseros. Como se hace en estas ocasiones, el toro de 472 kilos fue retirado a los corrales para ser sacrificado. Sandalio se encargaba de gestionar la carne de las reses muertas en el festejo.
El empresario cuenta que llevaba a sus propios matarifes para ejecutar el trabajo, pero algo salió mal. Santiago entró en el corral donde estaba el animal que iba a ser apuntillado. De repente el animal se revolvió y, ante la sorpresa y el horror de todos, corneó salvajemente al carnicero.
Se levantó y fue directo a por él
Para sacrificar al animal, primero se utiliza una vara larga con punta de acero con la que se atraviesa la médula del toro. Esto deja al animal inmóvil para que el matarife puede clavarle la puntilla definitiva en la sien. El método fue prohibido por cruel e inhumano, aunque se sigue practicando.
Según cuenta Sandalio Tornero, “le dieron dos veces y fallaron, pero a la tercera el toro se desplomó”. De pronto vio como Santiago entraba por la puerta lateral para rematarlo, y entonces se produjo la tragedia. “El toro se levantó y se fue directo a por él”, relata el amigo de la víctima.
Antes, Santiago les había pedido si tenían una puntilla y ellos le habían respondido que no. “Vaya unos matarifes de mierda que sois”, les espetó, y se marchó para aparecer después con una puntilla. Iba “junto a su hijo pequeño y sin ropa de trabajo”, en un lugar donde no tenía que estar.
Un callejón sin salida
El empresario reitera que ellos no le dieron ninguna puntilla y que “alguien de los corrales se la tuvo que dar”. Lo que tiene claro es que Santiago “no tendría que haber estado allí para nada”. “No sé quién abrió la puerta, no sé por qué le dejaron entrar, no tengo ni idea”, lamenta afligido.
“El toro se desplomó con el cuello retorcido, pero si no le das bien con la vara se levanta”, explica. Todos pensaban que estaba muerto, sin poder moverse, cuando de golpe se levantó y fue a por la víctima. “No sé qué hicieron con el chiquillo de Santiago porque en este momento estaba muy mal”, añade.
El estrecho pasillo se convirtió en un callejón sin salida donde la víctima fue corneada una y otra vez. Según los testigos le destrozó el muslo y la ingle, y le sacó las tripas rajándole el estómago. Así de forma trágica acabó la velada en la que Santiago había disfrutado junto a su mujer Mónica y sus hijos.
El sueño que no podría cumplir
Santiago López Carcelén tenía experiencia como matarife en cosos taurinos y una larga trayectoria como carnicero. Le gustaba mucho el ganado y trabajaba desde joven varias carnicerías. Sandalio, su amigo del alma, había estado en su boda y en las comuniones de sus hijos.
El lunes “estaba en la plaza más feliz que todas las cosas, junto a su mujer y sus tres hijos, haciendo palmas como loco”. Su muerte ha provocado una profunda conmoción en su pueblo, una pedanía de Murcia. Era padre de una adolescente de 15 años y de dos niños de 10 y 13 años.
“Era una buena persona, ayudaba a todo el mundo desinteresadamente”, resume su amigo. El sueño que ya no podrá cumplir era abrir su propia carnicería, “porque tenía muy buenas manos”. La Policía Nacional investiga ahora lo ocurrido para saber si Santiago estaba trabajando y quién le dejó entrar ahí.