De todos los asteroides cercanos a la Tierra, aproximadamente 800 tienen una envergadura mayor de un kilómetro de diámetro. Sus gigantescas dimensiones provocan que tengan una capacidad devastadora en el caso de que choquen contra nuestro planeta. El estudio propuesto por científicos chinos del Centro Nacional de Ciencias Espaciales (NSSC) de la Academia de Ciencias de China propone una misión en la que una sonda recoja más de cien toneladas de rocas de los alrededores de la Tierra para después impactar contra el objeto peligroso para así conseguir desviarlo de su trayectoria.
Grandes avances astronómicos
Por ello, desde hace unos años, astrónomos, astrofísicos y otros investigadores del espacio se han aliado para que, en el caso de que alguno de estos cuerpos describa una órbita peligrosa para nuestro mundo, este hecho no coja por sorpresa a la humanidad. Ahora una creativa e innovadora estrategia se une a estos planes: una nave cargada de rocas espaciales.
Los investigadores explican que la misión tendría varias etapas. La primera sería idear una nave espacial no tripulada y lanzarla a un asteroide diferente cercano a la Tierra (NEA, por sus siglas en inglés). Después, la sonda recolectaría más de cien toneladas de rocas de este cuerpo o incluso el asteroide entero si no es muy grande. Tras la «caza», se dirigiría la nave y su cargamento a gran velocidad hacia el cuerpo potencialmente peligroso. El impacto conseguiría una «desviación significativa», según el equipo chino.
Alternativas para destruir los asteroides
Hasta ahora se contemplan cuatro tipos de planes para desviar una roca espacial en función de su tamaño. Si son menores de 50 metros, aunque la mayoría quedan desintegrados por nuestra atmósfera, en el caso de no ser así se estudiaría un ataque desde la Tierra, si bien el problema de estas pequeñas rocas es que son muy difíciles de prevenir con poca antelación.
Para asteroides de entre 60 y 300 metros la idea es enviar un impactador cinético: una nave que, sin carga explosiva, choque contra la roca espacial, causando un desvío mínimo en su trayectoria. Para probar su eficacia, la NASA y la ESA han desarrollado el programa AIDA, cuya financiación por parte de la agencia europea se aprobó a finales del pasado año y cuya primera fase será lanzada a finales de 2022.
Finalmente, para asteroides gigantescos, como el que acabó con la vida de los dinosaurios hace 65 millones de años y que tenía un diámetro de 12 kilómetros, los científicos han pensado en la solución nuclear. No se enviaría directamente a impactar contra la roca, sino que se detonaría cerca para que la fuerza expansiva desviara el cuerpo y evitar así que se desintegrase en miles de rocas más pequeñas que también podrían llegar a la Tierra. Tampoco está claro su eficacia en el caso de que un meteorito como el de Chicxulub se dirigiera hacia nosotros.
El método más eficiente
Según escriben los autores de la propuesta, las ventajas que tendría el impactador «recolector» frente al impactador cinético clásico es que podría aumentar la eficacia de desviación del cuerpo peligroso. «El concepto EKI rompe la limitación de la capacidad de lanzamiento en tierra, que puede aumentar significativamente la masa del impactador», afirman los investigadores, que colocan su teoría como un punto de partida para «una defensa planetaria eficiente contra grandes asteroides».