La desaparición de Sandra Bermejo sigue siendo uno de los mayores misterios a los que se ha enfrentado la policía española en los últimos meses. La psicóloga madrileña afincada en Gijón desapareció el pasado martes 8 de noviembre. Encontraron su coche abandonado en el Cabo de Peñas, Asturias.
Dentro del vehículo había una mochila con su documentación, pero faltaba el teléfono móvil. La última señal del dispositivo marca la zona de acantilados de La Gaviera, donde se centró la búsqueda durante los primeros días. Ante la falta de resultados, la policía amplía ahora el radio de rastreo a nuevas zonas.
La gran pregunta que se hacen los investigadores sigue siendo qué le pasó a Sandra para esfumarse sin dejar rastro. Han barajado todas las opciones, desde un suicido hasta un acto criminal. Pero siguen trabajando con la principal hipótesis de una caída accidental mientras paseaba por el acantilado.
Las últimas 24 horas
Ante la falta de pistas, lo que hacen los investigadores es tratar de reconstruir las últimas 24 horas antes de la desaparición. Aquel 8 de noviembre, Sandra tenía que ir a clase de teatro pero no se presentó. “Lo raro era que no me hubiera avisado, siempre avisaba cuando no venía”, explica su amiga.
Le envió un mensaje para preguntar si estaba bien y si necesitaba algo, pero no respondió. “Los mensajes de whatsapp no salían con doble tick, como mensaje recibido, era muy raro”, añade. Al día siguiente recibió un mensaje de la madre de Sandra en Instagram preocupada porque no sabía nada de su hija.
Ese día, 9 de noviembre, la madrileña había quedado con su madre para una videollamada pero no se conectó. La amiga acudió al domicilio de Sandra, llamó al timbre, golpeó la puerta, pero nadie respondía. Una patrulla de la policía se desplazó hasta el domicilio y todo parecía normal.
La hipótesis de la policía
“No había ningún signo de violencia, había comido en la nevera, parecía como si se hubiera ido un momento con la intención de volver”. Lo único que faltaba era el coche de la joven. Esto es lo que describe la amiga de Sandra, que tras la inspección de la policía puso la denuncia por desaparición.
La búsqueda llevó rápidamente al vehículo de Sandra, en un parking cercano al Cabo de Peñas. Se trata de un paraje que la madrileña solía frecuentar, y donde además la ubica la señal telefónica antes de apagarse el martes por la tarde. Los investigadores empezaron poco a poco a fraguar una hipótesis.
La más probable es que la joven decidiera dar un paseo por el acantilado antes de acudir a su clase de teatro. Ese día hacía mal tiempo, así que un infortunio pudo haber provocado su caída accidental con consecuencias trágicas. Pero diez después aún no ha aparecido el cuerpo, y eso resulta muy extraño.
Una extraña pista
El entorno tiene claro que no se ha quitado la vida ni se ha ido por voluntad propia. Dicen que se preocupaba mucho por los que tenía a su alrededor, que era muy responsable y no se iría sin avisar. Ese día hizo vida normal, explican, tuvo consulta con una paciente y concertó una cita con el club de lectura.
La policía ha investigado al entorno de la joven y, sobre todo, a sus posibles parejas. Hacía tiempo que no tenía novio, aunque de vez en cuando quedaba con chicos como cualquier persona de su edad. Y ahí aparece una pista que, cuanto menos, resulta extraña para los investigadores del caso.
Según desveló Espejo Público de Antena 3, un chico dejó una foto firmada con dedicatoria para Sangre en una floristería. Al parecer, la foto es de un chico deportista que podría dedicarse al remo. Se la dejó en la floristería de la que Sandra era cliente habitual, y ella fue a recogerla con total confianza.
Esto ocurrió semanas antes de que Sandra despareciera, y forma parte de la investigación que por ahora sigue en punto muerto. La familia se encuentra devastada, y prefieren no hacer elucubraciones sobre lo que pudo haber pasado. Solo ruegan para que Sandra aparezca pronto, y poder descansar.