El polvo africano en suspensión que nos invade desde hace días está dejando todo muy sucio en España con calimas muy atípicas para la época, pero la situación es aún más rara en otros países europeos que sufren esta atípica irrupción del norte de África. El caso más surrealista está sucediendo en Francia, donde han descubierto que las calimas van acompañadas, ni más ni menos, que de radioactividad.
Para entender esta extraña situación tenemos que remontarnos a la década de los 60, cuando Francia llevó a cabo un primer ensayo nuclear en el Sáhara argelino. Parece mentida que algo que pasó hace tanto tiempo tenga relación con un evento meteorológico de 2021, más de medio siglo después, pero la realidad es que las consecuencias de esas pruebas las está sufriendo ahora el mismo país francés.
En este sentido, el radioelemento cesio-137, fruto de la fisión nuclear, nunca ha desaparecido del todo del Sáhara tras las pruebas nucleares francesas, y ahora, a raíz de la excepcional invasión de polvo norteafricano que estamos viviendo estos días, estos restos radiactivos han llegado hasta el país francés. Podríamos decir que, sesenta años después, el Sáhara está devolviendo el ataque a Francia, cubriendo incluso los Alpes de nieve marrón con restos radiactivos.
Hallan restos de Cesio-137 en muestras de polvo
Las alarmas saltaron cuando la Asociación francesa por el Control de la Radioactividad en el Oeste (ACRO) tomó una muestra del barro acumulado en un coche tras la caída de lluvia sucia llena de polvo sahariano. Una vez hecho el análisis de radioactividad artificial, los resultados dejaron en estado de shock a los científicos: había restos de cesio-137 en el polvo que invadía toda Francia.
La conclusión de los expertos fue clara: el Sáhara estaba devolviendo a Francia los restos radiactivos de sus desiertos fruto de las pruebas de los años 60. Y es que, tal y como explicó la asociación francesa tras los resultados, el cesio-137 es de origen humano, es «imposible» que la arena de un desierto contenga este radioelemento. El polvo africano cuenta pequeñas concentraciones de radiación natural, como potasio 40 o plomo 210, pero nunca podría contener cesio-137 por sí solo.
«El polvo que viene del Sáhara tiene su origen en las pruebas nucleares de Francia en los años 60», sentenció ACRO. Desgraciadamente, los científicos están acostumbrados a encontrar restos de radioactividad en las calimas de varios rincones del mundo. En el caso de España, las Islas Canarias son las que más sufren estas situaciones por su proximidad a los desiertos africanos.
Contraataque natural tras 60 años de las pruebas
Las décadas posteriores a la II Guerra Mundial fueron un no parar de pruebas nucleares por parte de las grandes potencias mundiales de la época: Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido, Francia y China. Una guerra nuclear que contó con más de 500 ensayos y que daño la atmósfera terrestre, dispersando grandes cantidades de productos radiactivos por todo el planeta.
En el caso de Francia, las primeras pruebas se llevaron a cabo en el Sáhara argelino en la década de los 60. Las últimas fueron en 1996 en la Polinesia Francesa, con un total de 210 explosiones nucleares en la segunda mitad del siglo XXI por parte del país francés.
De este modo, el hecho de que sesenta años después aún haya restos radiactivos en el ambiente del Sáhara y que estas partículas sean capaces de ser transportadas por el aire hasta Europa, demuestra la gran capacidad destructiva de unas explosiones que pueden ser muy peligrosas para la vida en la Tierra a largo plazo.
¿España también sufre el polvo radiactivo?
La única prueba radiactiva del polvo africano de estos días se ha hecho solamente en Francia, pero es bastante probable que, si se tomaran muestras en España, se hallarían restos de radiación también en las partículas provenientes del Sáhara que invaden totalmente gran parte de nuestro país.
De hecho, este inicio de semana está claramente marcado por la llegada de otra irrupción de polvo africano que ha empeorado claramente la calidad del aire con más contaminación. Quien sabe si, entre las muestras de este polvo, se hallan restos de aquellas pruebas nucleares que demostraron la monstruosidad de bombas que los humanos podemos llegar a fabricar.