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El féretro del sacristán Diego Valencia sale a hombros de la Iglesia de La Palma, tras la misa

Adiós a Diego, el sacristán asesinado en Algeciras que vaticinó su propia muerte

¨Luchaba por el bien" en su ciudad aunque en ocasiones pudiese estar en peligro

La iglesia de Nuestra Señora de la Palma "ya no será la misma". Así lo anunciaba Juan José Marina Janeiro, párroco del  templo, tras el asesinato de su "fiel sacristán". Diego Valencia fallecía el pasado miércoles tras recibir varios machetazos propiciados por el yihadista Yassine Kanjaa

Casado y con dos hijos, Diego Valencia era sacristán de la iglesia principal de Algeciras. Durante toda su vida había regentado una floristería muy conocida en el pueblo, en especial durante las épocas de Semana Santa y Carnaval. Hace ocho años, sufría un infarto con el que decidió jubilarse.

En ese momento, se dispuso a dedicarse en su totalidad a la iglesia, donde ahora ha terminado su vida. Valencia siempre "luchaba por el bien y se enfrentaba a los ladrones", defendiendo al templo y sus feligreses. Tal y como indica una de sus amigas, "él lo decía: 'un día me dan un golpe y me matan'".

Muy querido en la ciudad

Diego Valencia era muy apreciado en Algeciras. El hombre de 65 años ha sido muy notable en la ciudad durante toda su vida. Tenía una floristería situada en la calle Tarifa, a tan solo una calle de la mezquita que solía visitar el agresor.

Su negocio, al igual que él, estuvieron muy ligados a las tradiciones algecireñas. En Semana Santa se encargaba de los exornos florales de las procesiones y cofradías. Pero en carnaval prestaba su local para los ensayos de las agrupaciones y ayudaba a la costura de sus disfraces.

Los vecinos están muy compungidos. "A una persona como era él, esto no tiene razón de ser", explicaba un algecireño tras visitar la capilla ardiente. Toda la ciudad coincide en que "era muy buena persona y que siempre estaba ayudando a todo el mundo de Algeciras".

Vecinos depositan velas y flores como muestras de dolor en la Plaza Alta, de Algeciras, donde caía el cuerpo sin vida de Diego, un sacristán
Vecinos depositan velas y flores en la Plaza Alta de Algeciras para honorar a Diego, el sacristán fallecido | Europa Press

Diego Valencia no se lo pensaba, cooperaba en todo lo que podía. Custodiaba la casa de Dios y amparaba a todos sus ciudadanos, enfrentándose a todo el que quisiese molestar a los suyos. Hacía apenas un mes, según informa el monaguillo de la parroquia al periódico El Mundo, el sacristán capturó a un ladrón que robaba bolsos a las señoras mayores.

En el descuido de las mujeres aprovechaba para quitarle sus pequeños bolsos y meterlos en uno más grande que él llevaba. Pero Diego Valencia, tras vigilarlo, consiguió cazarlo y "le echó mano". Tal y como intentó al increpar a Yassine Kanjaa.

Se produjo un enfrentamiento

El joven magrebí radicalizado entró en el templo en actitud desafiante, tirando todos los objetos que se encontraban en el altar. Venía de herir gravemente a un sacerdote salesiano de otra iglesia cercana. Diego Valencia, por su parte, estaba recogiendo tras acabar la misa.

Al observar lo que Kanjaa comenzó a hacer en el templo, Valencia no dudó en reprenderle su actitud, obligándolo a marcharse. En ese momento el joven yihadista, de apenas 24 años, le dio un machetazo en el abdomen. El sacristán intentó huir fuertemente herido.

El féretro del sacristán Diego Valencia sale a hombros de la Iglesia de La Palma, tras la misa funeral
Diego Valencia falleció tras ser apuñalado por un hombre de 25 años y origen marroquí que perpetró un ataque en dos iglesias de Algeciras (Cádiz) | Europa Press

Lo que él no sabía era que se había convertido en el objetivo principal de su enemigo. Yassine Kanjaa corrió detrás de él para terminar de ejecutar su plan. Casi en el centro de la plaza, en torno a las 19:30 horas de la tarde, alcanzó al sacristán asestándole un machetazo en la cabeza que acabó con su vida.

Diego Valencia falleció en el momento luchando por los suyos. El monaguillo de su iglesia lo describe como "un hombre de mil, hecho y derecho" coincidiendo con el resto de su ciudad, que llora su muerte. Un hombre afable y cortés dedicado a cooperar con Algeciras, aunque a veces pensase que podría ser su último día. 

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