Juana Canal desapareció misteriosamente de su domicilio de Ciudad Lineal (Madrid) el 22 de febrero de 2003. En 2019, la policía encontró sus restos mortales en un paraje de Ávila, a ochenta kilómetros de donde desapareció. La investigación policial ha logrado resolver el caso diecinueve años después.
El hallazgo de los huesos de la víctima ha permitido acelerar la investigación centrada en el principal sospechoso. Se trata de Jesús Pardelas Herrero, la pareja sentimental de la mujer en el momento de su desaparición. Juana, de 38 años, separada y con dos hijos, había iniciado una relación con él.
El día de su desaparición, uno de los hijos de Juana encontró una misteriosa nota de Jesús. “Tu madre y yo hemos tenido una fuerte discusión y ha salido corriendo, he salido a buscarla pero no la encuentro”. Eso motivó el inicio de una investigación policial que ahora concluye 19 años después.
La confesión del asesino
La policía llevaba tiempo recabando indicios para acorralar al sospechoso de la muerte de Juana Canal y obtener su confesión. Ayer se produjo la confesión, aunque de manera parcial. “Esa noche llegué a casa y encontró a Juani muerta, no sabía qué hacer con ella y la descuarticé”, ha declarado Jesús Pradeles.
Según ha explicado, la metió en dos bolsas y la enterró cerca de la finca de su familia en Ávila. Jesús, de 58 años y hostelero de profesión, ha reconocido parcialmente su relación con la muerte de la víctima. La policía intentará ahora desmontar la estrategia de Jesús para demostrar que la mató él.
La táctica del sospechoso consiste en librarse de los cargos de asesinato y ser procesado solo por un delito de profanación de cadáver. Un equipo conjunto de Policía Nacional y Guardia Civil trabajan con otra hipótesis. Que Jesús mató a Juana la noche del 22 al 23 de febrero de 2003, e hizo desaparecer su cuerpo.
Se casó seis meses después
La prioridad de la policía es demostrar la autoría del crimen antes de que este prescriba. La principal prueba es la constancia de una llamada de la víctima a la policía horas antes de desaparecer. Juana llamó pidiendo auxilio por una paliza pero no se activaron las medidas oportunas, y esa madrugada fue asesinada.
La principal hipótesis es que esa noche tuvieron una fuerte discusión conyugal y que ella decidió acabar con la relación. Al retomar la investigación hace dos años, tras el hallazgo de los huesos, la policía vio algo raro. El sospechoso se casó apenas seis meses después de la desaparición de Juana.
Su mujer y sus hijos desconocían el turbio pasado de Jesús, y él mismo ha dejado claro que actuó sin la ayuda de terceros. La policía cree que la mató en el domicilio de Ciudad Lineal, donde vivían de alquiler, y la trasladó muerta hasta la finca. Allí la descuartizó, la metió en bolsas, y la enterró.
La frialdad del sospechoso
Jesús fue detenido este miércoles cuando salía de su vivienda en la localidad de Fuente del Saz del Jarama, en Madrid. Mantuvo en todo momento una actitud de tranquilidad durante el registro de la finca de Ávila. Se mostró incluso colaborativo y sonriente con los agentes, intentando aparentar normalidad.
Por la noche, ya en el calabozo, la fachada se vino abajo y se derrumbó. Con un trabajo muy sutil, los investigadores consiguieron arrancarle una confesión parcial que horas antes parecía imposible. Acabó desvelando lo que durante dos décadas había estado ocultando con extraordinario celo.
La policía llegó a intervenir su teléfono, pero en sus conversaciones se mostraba frío como el hielo y jamás hizo mención del caso. Tras el hallazgo de los huesos, la policía recabó una serie de indicios que forman parte del secreto de sumario. Esto ha permitido estrechar el cerco sobre el aún presunto asesino.
El propio Jesús accedió a llevar a los agentes hasta el lugar donde sepultó los restos de Juana. Está previsto que hoy pase a disposición judicial y la acusación particular pide la prisión provisional. Sin embargo, la defensa prepara una estrategia para reconocer el descuartizamiento pero no el asesinato.