La llamada COVID-22 está generando entre la población un sentimiento de preocupación y alarma por el repentino repunte de casos infectados. Por otro lado, la saturación hospitalaria ante la llegada de pacientes con coronavirus ha propiciado que la situación se agrave todavía más.
Los últimos informes apuntan a que España se encuentra en "fase explosiva" por la cantidad de ciudadanos contagiados por coronavirus en los últimos días. La incidencia acumulada (IA) ha valorado un aumento del 30% en 14 días y un 40% en tan solo 7 días.
De momento, se están contabilizando los casos de aquellos grupos de edad más vulnerables al virus, como los mayores de 65 y los que superan los 80 años de edad. Respecto al resto de rangos no se ha tomado un registro del número de infectados.
Sin embargo, hasta el momento se han constatado un total de 254 785 mil contagiados por la, ahora, conocida COVID-22 en los últimos 14 días. De este modo, ha habido un drástico aumento de pacientes infectados, razón por la que centros sanitarios se encuentran saturados.
Las nuevas subvariantes de Ómicron, BA.4 y BA.5, han provocado la llegada de la séptima ola de la COVID en España. Algunos expertos la consideran una nueva enfermedad por los rasgos distintivos que presenta respecto a la original COVID-19.
Los síntomas de la COVID-22
El viceconsejero de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, Antonio Zapatero, aseguró que "el coronavirus actual es muy distinto al original". Por esta razón, ha apuntado para el medio Redacción Médica que es "una enfermedad diferente, de modo que podemos comenzar a hablar ya de COVID-22".
Lo cierto es que actualmente las cepas de Ómicron tienen la capacidad de reinfectar. Es decir, pese a los pacientes que han pasado el coronavirus, podrán contagiarse, de nuevo, dado que no poseen cierto cargo de inmunidad respecto a la considerada nueva enfermedad vírica.
De este modo, no se podría comparar la COVID-22 con la del año 2020. El virus en cuestión se ha adaptado hasta tal punto de no quedar ni rastro de la enfermedad original. Asimismo sucede con los síntomas que, hasta ahora, no se habían tenido en cuenta.
Con la llegada de las nuevas cepas, se han advertido nuevos signos de contagio. Y, pese a que son de bastante similitud que los de Ómicron, se han alertado, concretamente, tres síntomas nuevos.
La astenia o fatiga, la tos, la fiebre o el dolor de cabeza, entre otros, son los efectos más habituales de un infectado de coronavirus. No obstante, el Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles de Sudáfrica ha confirmado otros síntomas de la COVID-22 que permite diferenciarlas del coronavirus original.
Las subvariantes BA.4 y BA.5 provocan diarrea, dolor de garganta y pueden generar que el contagio sea más rápido, dado que el tiempo de incubación del virus es más corto. Por otro lado, las cepas mencionadas también pueden favorecer algunos síntomas comunes como la pérdida del olfato, la pérdida del gusto, vómitos, disnea y vértigos.
Asimismo, según ha comunicado el virólogo Estanislao Nistal para Telemadrid, "los síntomas duran más, unos siete días (frente a los cuatro que suelen durar los de la variante Ómicron original). Pero los síntomas intensos sí parecen estar desapareciendo antes”.
La época de verano: clave respecto a la evolución de la COVID-22
Sin duda, la situación cada vez es más alarmante debido a la cantidad de casos infectados por la aparición de la COVID-22. Los expertos confiesan su preocupación, especialmente, de cara al verano.
De esta manera, consideran que el mes de julio es clave respecto a la incidencia acumulada. Incluso advierten que factores como la llegada masiva de turistas y el nulo uso de la mascarilla favorecen la expansión del virus.
Por el momento, pese a la devastación que se puede evidenciar en los centros sanitarios, no han tomado medidas al respecto. Carolina Darias, ministra de Sanidad, ha defendido la eficacia de las vacunas ante las nuevas cepas de Ómicron.
"Se ha producido una estabilización en cuanto a la gravedad de los casos y la ocupación de las UCI", ha comunicado. Por otra parte, cabe la posibilidad de que en otoño, época en la que se empezará a vacunar a la población de la cuarta dosis, disminuyan los casos.
Sin embargo, conforme vaya evolucionando el verano, será a partir de entonces cuando se decidirá cómo proseguir ante la repentina expansión de la COVID-22 en España y otros países europeos.