Nueve de la noche del pasado viernes, Parque Municipal de Corral de Almaguer, Toledo. Natalia, una adolescente de 16 años, se encuentra con su grupo de amigos cuando de repente comete una imprudencia. Inhala voluntariamente el gas de un espray para recargar mecheros, y se desploma.
Es la nueva moda que se ha popularizado entre los adolescentes, ya que ese gas provoca unos efectos similares al alcohol. Sin embargo, el ejemplo de Natalia pone de manifiesto lo peligroso que resulta. La adolescente se mareó, se desplomó y se golpeó mortalmente la cabeza contra el bordillo.
Los servicios de emergencia intentaron reanimar a la víctima pero no pudieron hacer nada por ella. La autopsia determinará si murió fruto de una intoxicación o por el impacto al caer fulminada. Los vecinos se encuentran consternados, y los expertos vuelven a lanzar una alerta sobre estas prácticas.
Inhaló el ‘gas de la risa’
Natalia era una joven muy conocida y querida en Corral de Almaguer, una población de apenas 5.000 habitantes en la provincia de Toledo. Sus allegados desconocían que en ocasiones inhalaba el “gas de la risa”. Así se llama el gas que se utiliza para hacer funcionar los encendedores.
Además de su uso convencional, se está extendiendo el isobutano o metilpropano entre los jóvenes como diversión. Se utiliza como droga recreativa legal y barata, ya que produce efectos similares a la borrachera. Un bote de spray cuesta cuatro euros y se adquiere libremente sin límite de edad.
Hoy, en el lugar donde murió quedan como testigo de la tragedia unas velas encendidas con el lema “siempre estarás en nuestros corazones”. Dicen sus amigos que solía bromear con que se mareaba, pero esta vez fue diferente. Cuando se dieron cuenta llamaron a emergencias, pero ya era tarde.
Ya han muerto varios jóvenes
Sus amigos reconocen que la adolescente ya había inhalado el gas de la risa en otras ocasiones. “Nos lo comentó y siempre le decíamos que no hiciese esas cosas, que ese gas era tóxico y muy malo, le regañábamos todo el tiempo”. Así habla Andrea, su amiga, en Espejo Público.
“Ella nos decía que solo sentía un pequeño mareo y nosotras le respondíamos que algún día iba a ir a más”, añade. Otra menor ha explicado lo ocurrido en los micrófonos de Telecinco. “Pensábamos que solo era para recargar mecheros, pero luego vimos que se lo metía en la boca y lo inhalaba”, contó.
A continuación “se cayó y se golpeó, le faltaba el aire”. La menor afectada entró en parada cardiorrespiratoria y los efectivos médicos no pudieron hacer nada para salvarle la vida. Aunque en España no hay constancia de muertes así, en Latinoamérica ya han muerto varios jóvenes de esta manera.
Una práctica muy peligrosa
Los adolescentes utilizan este gas para conseguir unos instantes de felicidad y desenfreno. Pero desconocen los verdaderos riesgos que conlleva, ya que los gases tóxicos pueden llegar hasta los pulmones. Entonces se bloquea la llegada de oxígeno y se produce la asfixia y problemas cardíacos.
La inhalación del gas provoca desinhibición, euforia, dolor de cabeza, aturdimiento e incluso alucinaciones. Su contenido tóxico destruye la mielina, el tejido graso que recubre las neuronas, provocando este estado de alienación. El daño es mucho mayor en jóvenes, ya que no tienen los órganos tan desarrollados.
En España esta práctica es muy minoritaria y aún no se encuentra muy extendida entre los jóvenes. El entorno de Natalia sospecha que obtuvo información a través de Internet o en las redes sociales. En Estados Unidos y América Latina es mucho más frecuente el uso de estos inhalantes.
Hasta el punto que el pasado mes de agosto el estado de Nueva York prohibió la venta de botes de nata montada entre menores de 21 años. Esta moda ha llegado a España y ya se ha cobrado la primera víctima. Las autoridades locales y regionales han lamentado lo ocurrido y se han solidarizado con la familia.