La localidad gallega de Guitiriz, en Lugo, ha despedido este fin de semana a Pablo García Varela. Al resto de españoles su nombre quizás no les diga nada, pero en su pueblo era una persona muy querida y admirada. Nadie podrá olvidar aquella Nochevieja en la que arriesgó su vida para salvar a un perro.
Fue la tarde del 31 de diciembre de 2015 cuando Pablo, del servicio de emergencias de Guitiriz, recibió la llamada. Un hombre había divisado a un perro ahogándose en el río Forxá y avisó a emergencias. Pablo, que estaba de guardia, no dudó en meterse en las aguas heladas para rescatar al can.
Fue una más de sus muchas intervenciones como capataz del grupo de emergencias de Guitiriz. En los últimos tiempos se habían agravado sus problemas de salud y el jueves murió a los 56 años. Todo el pueblo ha despedido con lágrimas en los ojos a este vecino tan querido y admirado.
Quién era Pablo García
Según La Voz de Galicia, Pablo tenía problemas de salud que en las últimas semanas se habían agravado hasta desembocar en su muerte. Había sido durante muchos años capataz del Grupo de Emergencias Supramunicipales (GES) de Guitiriz. Era un gran aficionado al deporte y amante de los animales.
Le gustaba salir a menudo con el club ciclista del pueblo, pero también solía hacer rutas solo tanto en bici como corriendo. A veces iba por carreteras secundarias, aunque prefería perderse por los caminos y pistas del entorno. Su amor a la naturaleza le llevó también a la pasión que sentía por los animales.
Era conocida su debilidad por ayudar a los animales abandonados que encontraba por el camino. El ciclismo, los animales y las plantas eran sus grandes aficiones. Esto le convirtió en una persona muy apreciada en el pueblo, donde todos recuerdan aquella hazaña del Fin de Año 2015-2016.
El gesto heroico de Pablo
Eran las seis y media de la tarde del 31 de diciembre de 2015 y quedaban apenas unas horas para saludar el nuevo año. Ya había anochecido, y Pablo se encontraba de guardia en el GES de Guitiriz con una compañera. De pronto, recibieron la llamada de un vecino que se encontraba junto al río.
El ladrido desesperado de un perro había llamado su atención, así que siguió el rastro del sonido hasta llegar a orillas del Forxá. Un pastor alemán estaba en el agua atrapado y no podía salir. Su vida corría peligro, sobre todo porque en pleno mes de diciembre las aguas del río estaban heladas.
Pablo y su compañera tuvieron que avanzar durante medio kilómetro por la orilla salvaje del río, abriéndose paso con una guadaña. Con la simple ayuda de los teléfonos móviles alumbraron el lugar donde se encontraba el pequeño can. Pablo consiguió anudar al perro y traerlo hasta la orilla.
Un vecino muy querido
En unos veinte minutos consiguió traer el perro hasta la orilla y salvar su vida in extremis. Él mismo recordó como el perro, que “sabía que iba a morir”, se puso muy contento al ver a Pablo y empezó a lamerle las manos. Luego lo devolvieron a sus propietarios, una familia vecinos del entorno.
Durante su etapa como capataz de emergencias, Pablo García salvó la vida de muchas personas y muchos animales. Era frecuente recibir llamadas de animales abandonados, así que se convirtió en una especie de rescatador de perros y gatos. Por eso en el pueblo todos lo consideraban un pequeño héroe.
No es extraño que su muerte haya sumido a los vecinos de esta localidad en una enorme consternación. Una mezcla de sorpresa y de tristeza que se dejó ver en el entierro celebrado el pasado viernes. Nadie olvidará nunca la valentía y la generosidad de este hombre humilde, amante de los animales.