Amelia Ellerby, una chica de 19 años, ha muerto esperando durante más de un año que su médico la visitara. Una espera del todo incomprensible si tenemos en cuenta que Amelia tenía un tipo de cáncer muy agresivo. Un diagnóstico a tiempo habría dado a la chica más oportunidades de vivir.
Amelia estuvo pidiendo al sistema sanitario que la visitaran por los graves síntomas que padecía. Suplicó a los médicos que se tomaran en serio el bulto del tamaño de una moneda aparecido en los bajos de su espalda. Sin embargo, llevaba esperando que le dieran hora desde febrero de 2021.
Cuando le detectaron el cáncer ya era demasiado tarde y murió pocas semanas después. Su familia ha denunciado el caso, poniendo en evidencia el clamoroso error del sistema sanitario británico. Todo el mundo se ha hecho eco de esta noticia que ha causado tristeza y estupefacción por igual.
El triste final de Amelia
En febrero de 2021, la joven de 19 años descubrió en la parte baja de su espalda un bulto de 2,7 centímetros. Según cuenta su tía Claire Hanshaw, pidió hora en el médico pero solo le dieron antibióticos. La joven llamaba insistentemente y muy angustiada al hospital, pero no le hacían caso.
Llegó a un punto tal de desesperación que un día llamó a la ambulancia, pero le dijeron que perdería el tiempo yendo al hospital. La adolescente ingresó finalmente en Urgencias, y las pruebas revelaron un diagnóstico atroz. Amelia tenía un cáncer en fase 4 con metástasis en toda la parte superior de su cuerpo.
Los escáneres revelaron que Amelia tenía un sarcoma, un tipo de cáncer muy agresivo, pero ya era demasiado tarde. Los médicos informaron a la chica de que su enfermedad se encontraba en estado terminal. Semanas después, el pasado 12 de junio, la joven moría víctima del cáncer.
Tienen claro que fue una negligencia
La tía de la víctima tiene claro que los médicos fallaron al tomarse en serio la preocupación de su sobrina. “Siento que los médicos le fallaron al no tomarla en serio”, afirma Claire, que cuidó de Amelia desde que tenía 15 años. Cree que “debería ser una lección para que esto no vuelva a suceder”.
Para Claire su sobrina era como una hija y asegura que lo que ha sucedido es “devastador”. “Fue como perder a un hijo, y lo peor de todo es pensar que su muerte se podría haber evitado”, afirma esta mujer. Tiene la seguridad de que “si la hubieran escuchado antes, habría sido diferente”.
Aún recuerda cuando su sobrina notó el bulto en su espalda por primera vez. Fue después de hacer ejercicio, en febrero del año pasado, cuando “notó un bulto por dentro al pasar su mano por la parte baja de la espalda”. Empezó entonces una larga batalla para conseguir que algún médico le hiciera caso.
No le hicieron caso
Según Claire, “trató de obtener una cita en su clínica, el Centro Médico Priory, en York, pero le dijeron que la habían puesto en lista de espera para una explotación”. Dice que entonces la llamaron y le preguntaron por teléfono el tamaño del bulto. “Luego le dijeron que la derivarían para un escaneo”, explica.
También la advirtieron, sin embargo, que podría retrasarse hasta seis meses por el tema del covid. Seis semanas después, la joven volvió a llamarles y le recetaron antibióticos pero no quisieron verla. Así estuvo durante un año, con ella llamando insistentemente y los médicos dándole largas.
Un día llamó al 112 y le mandaron una ambulancia, pero los sanitarios le dijeron que sería una pérdida de tiempo ir al hospital. “Le dijeron que en el centro médico la mandarían de nuevo para casa, así que no fue”, recuerda su tía. En marzo, finalmente, Amelia consiguió que un médico la visitara.
Metástasis en pulmones, hígado y estómago
Cuando el facultativo realizó la exploración, el tumor de la chica había crecido ya hasta los 10 centímetros. Amelia tenía un bulto del tamaño de una mano saliendo de su espalda. “Después de la visita al médico fue cuando el dolor empezó a empeorar, así que pensamos que era por tanta exploración”.
El dolor empeoró con el tiempo, así que volvieron de urgencias para hacerle una tomografía computerizada. De ahí la trasladaron al Hospital de Leeds, donde recibieron el peor de los pronósticos. Amelia tenía un cáncer terminal con metástasis en pulmones, estómago, hígado y ganglios linfáticos.
Era el 18 de mayo cuando la joven recibió la noticia de que le quedaban un par de meses de vida. “Ella estaba enojada, nadie merece perder la vida a esa edad”, explica su tía. Una nueva exploración redujo los dos meses a unas pocas semanas y, efectivamente, Amelia murió unos días después.