Irene era una niña completamente feliz hasta que la pandemia le dio la vuelta a su situación como un calcetín. Ahora es una chica de 13 años con un grave trastorno mental que la tiene sumida en una profunda depresión. Su madre lanza un grito de socorro porque teme que acabe cometiendo una locura.
Viorica lleva un año lidiando con la desesperada situación de su hija Irene, ya no sabe qué más hacer. Desesperada, ha decidido hacer un llamamiento público para que la niña reciba la ayuda que necesita. La situación es tan desesperada que cree que se trata de una cuestión a vida o muerte.
Esta madre ha decidido hacer pública la historia de su hija en La Voz de Galicia. La suya es una tragedia personal, pero en ningún caso aislada, ya que el infierno de Irene es el que viven miles de jóvenes en España a raíz de la pandemia. Hablar de ello y visualizarlo es un paso para ayudar a estos chavales.
Todo empezó a raíz del confinamiento
Según el testimonio de Viorica, los problemas con Irene empezaron con el confinamiento. “Le afectó muchísimo, tenía mucho miedo y ni siquiera sacaba la cabeza por la ventana”, recuerda. Cuando retomó las clases “se apartó de los otros niños, y pasó de tener muchos amigos a aislarse en el patio”.
La cosa empeoró cuando cambió de instituto y empezó primero de la ESO. Según cuenta su madre, Irene empezó a no querer ir a clase y alegaba dolores de cabeza o de barriga para no tener que subir al autobús. Allí empezaron las temporadas de encierro en su habitación, cada vez más prolongadas.
“Ahora mismo lleva casi dos meses durmiendo en el sofá, encerrada y con las ventanas bajadas”, explica su madre desesperada. Dice que no deja que entren en su cuarto ni que la toquen, y que amenaza a sus padres con que se va a suicidar si la obligan a tomarse la medicación.
El infierno de Irene
El infierno de Irene tiene nombre y se llama Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Se trata de un trastorno de ansiedad caracterizado por pensamientos intrusivos y recurrentes que producen temor y preocupación. En el caso de Irene, su situación se agravó por la aparición de ataques de ira.
Sus padres empezaron a llevarla al hospital, pero allí intentaban cambiarla y la mandaban de nuevo a casa. En su casa, Irene se encerraba cada vez más en su habitación y se pasaba el rato durmiendo. “Estaba cada vez más descuidada, no me dejaba hablarle, incluso me agredió”, cuenta Viorica.
Consiguieron que hablara con el psiquiatra, pero Irene se cerraba en banda y no aceptaba ni el ingreso ni la medicación. “Mi hija estaba muy mal, el psiquiatra me dijo que si volvía al hospital la dejaría ingresada”. Ese día llegó, y tras una nueva crisis pasó dos semanas ingresada en el hospital.
El infierno de Viorica
El infierno de Irene es también el infierno de Viorica, y el solo hecho de escuchar su relato estremece. “Tras dos semanas la trasladaron a la unidad de salud mental juvenil del Hospital de Santiago. Fue horrible porque como madre no puedes hacer nada, y ves como tu hija se tiene que quedar sola”.
El lugar donde estuvo Irene es una unidad especializada en problemas psiquiátricos para niños de hasta 16 años. Viorica da las gracias a los médicos del hospital, y en especial al doctor Mazaira. Gracias a la confianza que estableció con él, la adolescente fue mejorando poco a poco.
Cuando la vio por primera vez Irene estaba llena de heridas porque se había arañado la cara. “Fue horrible verla así, pero la medicación le fue ayudando y fue mejorando hasta que salió el 28 de febrero”. Entonces les dieron el diagnóstico, Trastorno Obsesivo Compulsivo y Síndrome de Asperger (un tipo de autismo).
Amenaza con suicidarse
Las consultas están desbordadas y la niña no ha podido recibir toda la atención que requiere un caso tan grave. En mayo tuvo que volver a ingresar en el hospital, donde permaneció una semana. Le dieron el alta con la indicación de que acudiera todas las mañanas a tomar la medicación, pero no quiere ir.
“Ella cree que la medicación le contamina el cuerpo, y me amenaza con suicidarse”, explica su madre. La ha llevado a una consulta privada del psicólogo pero “no aguanta ni una sesión”. “Estoy desesperada, he llamado a todas las puertas, la única solución que veo es que la ingresen de nuevo”, afirma.
“Sus rituales van a peor”, cuenta, “en el baño siempre hay quince toallas que no paro de volver a lavar y a secar porque no deja de lavarse”. “Pido ayuda desesperada al sistema sanitario, solo es una niña de trece años y está muy mal”. Es el grito de socorro desesperado para que alguien la ayude.