Karl-Pieter Griesemann, su mujer, su hija y el novio de esta son las víctimas de la tragedia aérea de este pasado domingo. La familia Griesemann volaba en un jet privado desde Jerez de la Frontera (Cádiz) hasta Colonia (Alemania). Su avión se estrelló horas después en el Mar Báltico.
Karl-Pieter Griesemann era un empresario alemán con residencia en Zahara de los Atunes, Cádiz. Varias veces al año realizaba junto a su familia el vuelo entre Jerez y Colonia, la ciudad alemana donde vivían. Él era un piloto experimentado, pero esta vez algo salió mal y ocurrió la tragedia.
Siguen investigando las causas del extraño accidente, pero todo apunta a que perdieron el conocimiento por la falta de oxígeno en la cabina. El avión acabó estrellándose en el Mar Báltico, en las costas de Letonia. No hubo supervivientes, y ahora buscan la nave para proceder al rescate.
Las víctimas del fatídico vuelo
Las víctimas del accidente aéreo son Karl-Peter Griesemann, un empresario alemán de 72 años y natural de Colonia (Alemania), y su familia. En el vuelo iban también su mujer Julianne, de 68 años, su hija Lisa, de 27, y el novio de esta. El matrimonio deja dos hijos, Björn, de 46 años, y Georg, de 41.
La familia residía en Colonia, Alemania, pero era frecuente que se escaparan siempre que podían a la casa que tenían en el sur de España. Él es el fundador y propietario de la empresa Quick Air, especializada en vuelos medicalizados. En los años ochenta se enamoró de la Playa de los Alemanes.
Allí compró un impresionante chalé con vistas al Atlántico, encima de una montaña con piscina y cancha de tenis. Su hijo mayor había tomado las riendas del emporio y ahora el patriarca se dedicaba a disfrutar de su retiro. Por eso últimamente pasaba largas temporadas en la costa gaditana.
Alemanes con chalé en Cádiz
El pasado domingo, sobre las cuatro de la tarde, él, su mujer, su hija y el novio de esta subieron al avión rumbo a Colonia. Cuando sobrevolaban Toledo llamaron a control aéreo, pero el mensaje no era nítido. Suponiendo que tenían algún problema, mandaron aviones militares de rescate.
Los cazas no pudieron contactar con la familia, y al llegar a Francia aviones militares galos tomaron el relevo. Lo mismo sucedió cuando llegaron al espacio aéreo alemán. Durante todo el trayecto, los cazas se acercaron a la nave pero no vieron a nadie en la cabina ni podían comunicarse.
El avión empezó a perder altura sobre el Mar Báltico, en las costas de Letonia, y empezó un rápido descenso hasta estrellarse. Eran las ocho de la noche, aunque creen que las víctimas ya estaban inconscientes o muertas mucho antes. La principal hipótesis, un problema de compresión.
Amantes de los caballos y el motor
El patriarca de los Griesemann era piloto de aviones, y su mujer también tenía licencia para volar. Además, Julianne y su hija Lisa eran muy amantes de los caballos, y acostumbraban a montar en España. Tenían muchos amigos con las mismas aficiones, en un lugar conocido por ser colonia de alemanes.
De él dicen que era un buen hombre aunque muy testaruda, “como buen alemán que era”. Tenía una Mercedes Vito que utilizaba para ir del aeropuerto hasta Zahara de los Atunes y viceversa. También era aficionado al motor y tenía varias motos como una Harley Davidson, y un Mercedes descapotable.
Griesemann Group tiene presencia en Alemania, Austria y Países Bajos, con 12 oficinas y 1.600 empleados. Karl-Peter tenía también varios negocios en la costa gaditana, como algunas refinerías. Dentro de la corporación está Quick Air, empresa propietaria del avión accidentado.
Peter era un apasionado del vino y del carnaval de Cádiz, y era presidente de la asociación cultural Blue Sparks Carnival Club. Se trata de la asociación promotora del carnaval alemán de Cádiz. La noticia ha causado una gran sorpresa en su entorno, donde destacan que era un piloto experimentado.