A todos nos ha sorprendido la intensidad de la borrasca ‘Filomena’ a principios de año con una nevada histórica y fuera de serie, pero hace un año también hablábamos del ‘Gloria’, un temporal que fue devastador en el Mediterráneo español. Ante estas situaciones inéditas, Greenpeace ha lanzado una alerta: considera insuficiente la adaptación urbana de España ante «eventos climáticos cada vez más extremos» que pueden dejar graves consecuencias como inundaciones o deterioro urbanístico derivado de un uso excesivo de sustancias corrosivas, como la sal usada para hacer frente a las nevadas.
La acumulación de nieve de la última semana, tras el paso de la borrasca ‘Filomena’, ha hecho que algunas cuencas, como la del Tajo, hayan alcanzado «registros históricos de volumen de agua, con cerca de 245 hectómetros cúbicos según datos de la Confederación Hidrográfica del Tajo», ha señalado Greenpeace en un comunicado.
Este almacenamiento de agua es un problema añadido a la urbanización masiva que la sociedad ha realizado sobre terrenos poco adecuados, especialmente en las riberas de los ríos, lo que hace que se haya alterado la vegetación de las orillas y que entre los años 1987 y 2000 los ríos y cauces naturales hayan reducido su superficie en un 12% (7.508 hectáreas), según datos del Observatorio de Sostenibilidad, recuerdan.
El problema del cemento y la sal
«Hemos convertido ríos sinuosos en canales casi lineales de hormigón, lo que hace que el agua corra más rápido y por lo tanto aumente el riesgo de inundación y su peligrosidad», ha advertido el portavoz de Greenpeace en España Julio Barea.
El paso de la borrasca Filomena, el mal acondicionamiento urbano a este tipo de sucesos y el uso masivo de sal tendrán consecuencias no solo para el mobiliario urbano (asfalto, señalizaciones, parques automovilísticos, etc.), sino que la sal usada en vías de montaña terminará por «filtrarse en los acuíferos y cauces fluviales, afectando directamente a plantas y animales», según ha explicado Greenpeace.
Desde la asociación ecologista se ha destacado el daño que sufrirán las estaciones depuradoras en Madrid por el uso de sal, que hará que, durante algunos días, se pierda la posibilidad de depurar las aguas residuales, lo que implicaría un posible «bypass de las aguas directamente a los cauces del Manzanares y el Jarama para evitar daños en las plantas depuradoras».
Alternativas y prevención
Para evitar el uso de sal, Greenpeace propone otras alternativas como el acetato de calcio y el magnesio, que son más biodegradables y menos corrosivos para el medio ambiente y el mobiliario urbano.
«En medio de una escalada global de temperaturas medias, se irán registrando cada vez más eventos extremos, por lo que la planificación urbana debe contar con estrategias y planes de prevención y gestión de riesgos», ha advertido la ONG, que pide la inclusión del riesgo de inundación en la planificación urbanística.
El cambio climático del futuro
La verdad es que esta alerta que lanza Greenpeace no es nada más que la realidad, debido a que el calentamiento global i un cambio climático muy adelantado por culpa de la mano del hombre está provocando estragos importantes en el clima de todos los rincones del mundo.
Todos los estudios indican que, a lo largo de los próximos años y décadas, el clima en España será cada vez más extremo, con olas de calor y sequías más largas y duras en verano, pero también con borrascas muy activas entre otoño y primavera que pueden ser devastadoras. De hecho, estamos al límite de vivir pequeños huracanes mediterráneos y, en los últimos años, ya hemos tenido situaciones parecidas.
Y es que la subida de la temperatura del mar Mediterráneo podrá provocar temporales muy duros en los otoños, conocidos como ‘Medicanes’, cosa que países parecidos como Grecia ya han sufrido más de una vez en los últimos años. Parece que ya no hay marcha atrás en cuanto a la contaminación, así que toca preparar bien todas las infraestructuras y zonas urbanas de nuestro país.