Cuando una persona nace con una pasión intrínseca eso se nota. Era el caso de Diego Salado, amante de los fuegos artificiales desde pequeño. Falleció el pasado 17 de diciembre mientras realizaba una pirotecnia en Vélez de Benaudalla, en Granada.
Diego, de 39 años, tuvo claro desde siempre a qué quería dedicarse en la vida. Le encantaban los cohetes. Por ese motivo no dudó en preguntar por trabajo en Pirotecnia Esteban Martín.
En su momento rechazaron su candidatura por ser demasiado joven. Por aquel entonces Diego era un adolescente. Sin embargo, tras insistir finalmente Diego consiguió el puesto.
Lo cierto era que valía para ello. Tenía la imaginación que requiere un puesto como el suyo.
Saber diseñar un espectáculo pirotécnico, que todo aparezca en el momento preciso y en el orden preciso. Conseguir que la gente se impresione con lo que está viendo ante sus ojos.
Así pasó toda su vida. Por desgracia un accidente ocasionado en una pirotecnia en la localidad de Vélez de Benaudalla terminó con su vida, y truncó la de su familia.
Alguien que se ganó el cariño de todos
Diego, originario de Motril, tenía una esposa, Miriam, y tres hijos pequeños. Fruto de un amor de 12 años.
"Es el palo más grande que he vivido”, afirmaba su mujer. Consideraba a su compañero de vida un gran padre y un gran marido.
El motrileño era querido por todo aquel que lo conocía. Las redes sociales se llenaron de dedicatorias hacía el fallecido.
Entre ellas la de su hermano Alberto: “Habíamos imaginado un cambio en la música de los diseños, que haríamos historia, pero el destino siempre sorprende. Ahí entra la fuerza del ser humano para volver a sorprender al destino. Que la historia continúe, tu nombre y el mío subirán donde hace solo diez días soñamos juntos volar por el mundo”.
Sus compañeros de trabajo, algunos grandes amigos, lloraban conmocionados la muerte de su amigo. Desde las redes sociales de la empresa escribían unas palabras a modo de dedicatoria para el empleado tan querido por todos.
Tras más de 20 años trabajando en la empresa, se podía decir que era ya su segunda casa. Sus compañeros consideran este terrible suceso una desgracia enorme. Francisco, uno de sus íntimos compañeros de profesión, no se imagina volver a la empresa y no ver allí al que consideraba su hermano.
Francisco siempre recordará a Diego, ya que fue el motrileño quien le enseñó todo cuando llegó a la empresa, “fue mi gran maestro”, añadía. Tal era su amistad, que una vez terminada la jornada laboral seguían llamándose y conversando una vez estaban en sus respectivas casas.
Diego fue herido de gravedad en la cara y en un brazo. Se trasladó al trabajador al hospital traumatológico Hospital Universitario Virgen de las Nieves.
Pero nada se pudo hacer para salvar su vida. Falleció al día siguiente del accidente.
Siguen investigando la verdadera causa de la muerte
Por ahora siguen sin haber respuestas sobre la causa del desastre. De momento lo que se sabe es que el almacén donde se encontraban los petardos se encuentra precintado hasta que se inicie la investigación.
En honor a Diego, desde Pirotecnia Esteban Martín quisieron despedirlo de la manera que seguro más le hubiera gustado. Lanzaron 'truenos', unos tipos de cohetes que fascinaban a Diego. Quisieron tener este detalle con su compañero de tantos años.
Los cohetes siempre surcarán el cielo, creando los espectáculos de colores que tanto amaba Diego con todo su corazón. Su familia y aquellos más próximos lo tendrán siempre presente cada vez que los fuegos artificiales atraviesen el firmamento.
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