José Enrique Abuín, alias El Chicle, vuelve a sentarse en el banquillo de los acusados por una presunta agresión sexual. Los hechos se remontan a 2005, cuando la víctima, su cuñada Vanessa, tenía 17 años. Actualmente cumple condena de prisión permanente revisable por el crimen de Diana Quer.
El juicio por esta agresión sexual ha permitido escuchar a El Chicle por primera vez desde que fuera condenado. Ha negado los hechos, se ha declarado inocente, y además ha afirmado que no es una persona agresiva. Está previsto que la vista termine hoy, y se enfrenta a 15 años de cárcel.
Vanessa, hermana gemela de la exmujer de El Chicle, es una de las tres víctimas conocidas de este violador. Las otras dos son Diana Quer, a la que mató tras cometer la agresión, y Tania, que pudo escapar de sus garras. Las tres víctimas de El Chicle tienen algo en común que les atrajo hasta él
18 años, altas y morenas
En pleno juicio por el secuestro, violación y asesinato de Diana Quer, la fiscalía pregunto al acusado si le gustaban las chicas jóvenes, altas y morenas. “¡Como a todo el mundo!”, respondió El Chicle, en un alarde de frivolidad. La respuesta desató algunas risas, pero encerraba algo crucial.
Las tres víctimas de José Enrique Abuín compartían un mismo perfil, e indicaba una clara preferencia a la hora de escoger a sus víctimas. Actuaba movido por impulsos de índole sexual, y la apariencia física era lo primero que le atraía. Diana Quer, Tania y Vanessa medían en torno a 1,70 metros.
Además de la estatura, otra cosa que llamaba la atención es que las tres lucían una larga melena negra. Y además, todas ellas tenían la misma edad (Diana y Tania 18 años, y Vanessa 17). En el juicio por el caso Diana Quer, su mejor amigo confesó que “siempre le gustaron las chicas jóvenes”.
El mismo modus operandi
Tanto le gustaban las jóvenes, que solía aparcar su coche a las puertas del instituto para lanzar piropos a las menores que salían de clase. Pero el aspecto físico no es lo único que une a las tres víctimas del violador de Rianxo. Además, en las tres agresiones siguió un mismo modus operandi.
En los tres casos utilizó un cuchillo o un arma similar para amenazar a sus víctimas y hacer que entraran en el coche. Tania y Vanessa, que sobrevivieron a la agresión, coinciden en destacar que el violador las agarró del cuello. Y en el caso de Diana Quer, murió estrangulada con una brida en el cuello.
Otra coincidencia es que lo primero que hacía al cometer la agresión era arrebatarle el móvil a la víctima. Lo hacía para evitar que la geolocalización de la señal telefónica fuera usada como prueba en caso de juicio. Con Vanessa y Diana lo consiguió, pero Tania conservó el teléfono y pudo grabar la escena.
En coche, y en lugares abandonados
Todos estos detalles hablan de un violador metódico e inteligente, con un modus operandi bien definido. También ofrecen la imagen de un depredador al acecho de sus víctimas, que tenían todos un mismo perfil. Para cometer sus fechorías, siempre utilizaba su coche y actuaba en lugares aislados.
A Diana Quer la metió en el maletero de su Alfa Romeo 166, el mismo lugar donde estuvo Tania antes de poder escapar. A Vanessa también la agredió en su vehículo, en aquel entonces un Fiat Bravo. Además, era conocedor de varios lugares inhóspitos donde cometía sus agresiones.
A su excuñada la condujo a un descampado al lado de una capilla en ruinas en Lousame. Un lugar que recuerda mucho a la tétrica nave abandonada donde encontraron el cadáver de Diana Quer. En cuanto a Tania, fue asaltada en una calle solitaria de Boiro con la intención de llevarla quién sabe adónde.
Hay un último y macabro detalle que demuestra la conexión entre las víctimas de El Chicle. Durante su declaración, Vanessa ha revelado las amenazas que recibió de su excuñado y que han hecho pensar inmediatamente en Diana Quer. “Me dijo que como contara algo, me tiraría a un pozo”, ha afirmado.