Detrás de la muerte de Óscar Piñero, el policía abatido por la Guardia Civil en una gasolinera de Villagonzalo de Pedernales (Burgos), hay mucho que contar.
Hablamos de la última conversación entre el fallecido y la que era su pareja, Rose Mari. Esta estaba haciendo la comida y recibió una llamada impactante de Piñero.
"¿Puedo pasarme por tu casa?", le preguntó Óscar presa de los nervios. Poco después, llegó hasta el domicilio de Rose Mari y le confesó lo siguiente después de besar a los tres niños.
"Lo siento, he metido la pata". Estas fueron las últimas palabras que pronunció Óscar antes de emprender la huida desde A Coruña el pasado 18 de abril.
Las últimas palabras de Óscar, el policía abatido en una gasolinera de Burgos
Recordemos que este agente estaba siendo investigado por narcotráfico. La que fue su novia ha hablado con el digital Vozpopuli para dar su versión y hablar del perfil del fallecido.
"Óscar no es una persona mala, no era un narcotraficante. Pedía a gritos ayuda y no le hicieron caso", asegura esta mujer brasileña que se trasladó con sus hijas a Ferrol en 2018 después de estar un tiempo en Barcelona. Fue hace cuatro años y medio cuando conoció a Óscar y empezaron una relación sentimental.
Por su parte, este había estado durante 16 años en Telde (Gran Canaria) y llegó en 2018 a la comisaría de Lonzas (A Coruña) donde lideraba la seguridad de los calabozos.
Rose Mari asegura que este era adicto, pero la cosa fue peor cuando casi le mataron en el calabozo. Poco después de llegar a la comisaría de A Coruña, un ladrón de bancos le quiso asfixiar y le agredió violentamente.
Su pareja, de origen brasileño, fue la última persona con la que habló Óscar
El caso es que el agresor aseguro que Óscar Piñero le había provocado y dicho caso acabó en el Supremo. Finalmente, el ladrón fue condenado a siete años de prisión y juzgado por la Audiencia Provincial de Coruña por un delito de homicidio agravado en grado de tentativa.
"Ese fue el comienzo de la paranoia con la que toco más fondo. Conoció a malas personas que están presas y empezó a frecuentar demasiado su compañía con esta gente", explica la que fue pareja del fallecido.
Lo cierto es que las numerosas discusiones entre ambos terminaron en denuncia por violencia de género. La razón no era otra que iba a la casa de unos narcotraficantes en Ferrol y ella pagaba sus líos por la vinculación con este grupo.
"Él no era un traficante, era un simple usuario. Estaba en tratamiento y pidió varias veces ingresar en un centro. Era una persona muy buena, tenía un carácter fuerte, pero siempre ha sido amable y supereducado, te pedía permiso para todo", lamenta llorando Rose Mari.
"Entró corriendo nervioso. Rosi, lo siento, he metido la pata"
Además, Rose Mari rememora el día que le detuvieron. "Estaba en mi casa y le arrestaron de madrugada, no estaba de fiesta en esa casa. Es cierto que tenía una orden de alejamiento, pero estábamos juntos", cuenta.
"Yo fui la última persona que le vio". El 18 de abril, Óscar recibió una llamada de la comisaría de Lonzas para presentarse a pesar de que estaba de baja psicológica. Le citaron allí por no cumplir la orden de alejamiento, aunque no fue así.
No le devolvían la placa y se revolvió contra sus superiores. En un momento dado, forzó varias taquillas hasta que consiguió llevarse el arma de un compañero.
Poco después volvió a casa por última vez. "Entró corriendo nervioso. Rosi, lo siento, he metido la pata", recuerda.
"Él no iba a matar a nadie", asegura esta mujer. Después, huyó hasta que fue acorralado y matado a tiros en una gasolinera cerca de Burgos, a 400 kilómetros de La Coruña.