Oliver Fernández Perales, de 35 años y natural de Cantabria, desapareció el 29 de marzo de 2022. El joven fue visto por última vez cuando estaba pescando en el municipio cántabro de Castro Urdiales.
El 11 de junio de ese mismo año, un cadáver fue hallado en una playa de Barreiros, en Lugo. Ahora, tras casi un año después de su desaparición, y tras más de ocho meses desde que se encontró el cadáver en la playa, la prueba de ADN entre ambos cuerpos ha confirmado lo que se temía. El cuerpo sin vida encontrado en junio pertenece al del desaparecido Oliver.
Una familia que por fin puede descansar
Por fin los familiares del hombre pueden velar en paz sus restos. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) confirmó que se trataba de la misma persona.
La jueza del caso autorizó a la familia para que pudiese incinerar el cuerpo. Finalmente el pasado 23 de febrero los familiares llevaron a cabo la incineración.
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El cadáver fue hallado en Lugo
Cuando el día 11 de junio el cuerpo de un hombre fue encontrado en Punta do Castro, la familia sospechó de que se trataba de Oliver. El cadáver fue localizado concretamente entre las playas de Arealonga y As Pasadas. Mikel, el hermano del desaparecido, aseguró que “cuando recibimos la llamada se cerraba todo el proceso que había empezado cuando Oliver desapareció, la verdad”.
“Yo mismo hablé con la Policía Judicial de Lugo y les informamos de la llamada del tanatorio, pero nos dijeron que la identificación del cuerpo se hacía complicada”, expresó Mikel. Esto se debía a que el cuerpo hallado se encontraba en “avanzado estado de descomposición y que se necesitaba la prueba de ADN”.
La descripción del desaparecido coincidió con la del cadáver hallado
Cuando Oliver desapareció, la Asociación SOS Desaparecidos difundió a través de las redes sociales una imagen del desaparecido e información sobre él. Entre estos datos aparecía qué aspecto tenía cuando fue visto por última vez.
Oliver tenía el pelo largo, liso y de color rubio. Sus ojos eran de color azul y medía 1,76 metros.
Llevaba puesto un pantalón vaquero, una camiseta de color negra y vestía con unas zapatillas azules. También tenía un tatuaje en su mano derecha en el que ponía ‘Milagros’.
Todas las descripciones coincidían con el cadáver encontrado en la playa.
Un largo y doloroso proceso
“Estamos convencidos de que es Oliver, pero claro, hemos de esperar a la prueba de ADN. Llevamos así muchos meses, pero lo cierto es que no acabamos de saber nada”, explicaba su hermano.
“Yo llamo cada cierto tiempo y me dicen que hay otras familias esperando en situaciones similares y, claro, yo entiendo que, si hay cien casos antes que el nuestro, hasta que no se llegue al 101, que sería el nuestro, pues toca esperar”, añadía.
Mikel confesó que la situación resultó ser “frustrante”, pero también explicó que estaban “tranquilos” porque sabían lo que le había pasado a Oliver.
“El ADN lo aportamos en el momento de la desaparición por si esta situación se daba. Al final parece que va todo demasiado lento a pesar de que se ha puesto todo para que la cosa avance”, añadía el hermano. Cabe destacar que desde que se halló el cuerpo hasta que se llevó a cabo la prueba de ADN han pasado ocho largos meses.
Ahora, por fin, tras la confirmación, la familia de Oliver puede descansar en paz.