Seis fallecidos y dos supervivientes es el balance del accidente de autobús en el río Lérez (Pontevedra). El vehículo de la línea Lugo-Vigo cayó al río tras salirse de la vía el sábado por la noche. Dentro iban ocho pasajeros que iban a reunirse con sus familiares para pasar la Nochebuena.
Hay una investigación abierta y todo apunta a que un exceso de velocidad y la falta de visibilidad tuvieron la culpa. El autobús se salió de la vía y cayó al río desde una altura de treinta metros. La operación de rescate duró 16 horas debido a las dificultades por la crecida del río.
Entre los fallecidos está Eneas, una joven promesa del boxeo de 21 años, y Guadalupe, una profesora y madre de dos niños de 44 años. También Mercedes Castro, una ganadera jubilada de 58 años, y Edit, una peruana residente en Soutomaior. Junto a ellos murieron Cruz y Jaime, madre hijo con una vida trágica.
Una vida trágica
Entre las víctimas se encuentran Cruz Castro Eiras, una mujer de unos setenta años que iba a Pontevedra a pasar la Nochebuena junto a sus dos hijos. Lo hacía acompañada de su tercer hijo, Jaime Val Castro, que también murió en el accidente. Jaime, el pequeño de tres hermanos, tenía 40 años.
Mari Cruz pasó toda su vida trabajando en Madrid, Marín y Lalín, y tras mucho esfuerzo con el que sacó a sus hijos adelante ahora disfrutaba de la jubilación. Tenía 73 años y era natural de Brántega, donde su familia regentaba una taberna. Vivía en Lalín con su hijo Jaime, con quien subió al fatídico autobús.
La vida de Cruz estuvo marcada por la tragedia, ya que su padre murió asesinado por su exmarido. Este acabó en la cárcel y ella rehizo su vida instalándose en Lalín, donde trabajó en una pastelería muy conocida. El destino le tenía preparado un último giro el pasado sábado, junto a su hijo pequeño.
El gran pilar de su vida
Entre las condolencias por la muerte de Cruz se encuentra la de Rafael Cuiña, concejal de Lalín y propietario de la pastelería donde trabajó la fallecida. El mismo sábado habían coincidido para felicitarse las fiestas. Se mostró muy consternado por la tragedia, ya que mantenían una estrecha relación.
Una de las amigas de Cruz también mostró públicamente su consternación por su pérdida. “Quién lo iba a decir que sería nuestro último vermú juntas, te voy a echar mucho de menos, gracias por esos momentos compartidos. Quisisteis iros los dos juntos, tú y Jaime, que la tierra os sea leve”, reza el mensaje.
Jaime se fue a vivir con su madre en Lalín cuando era muy pequeño, aunque mantenía sus amistades de infancia en Brántega. Solía ir a menudo allí para ver a sus amigos y visitar a su abuela de edad ya muy avanzada. Su madre Cruz se convirtió en el gran pilar de su vida hasta el último de sus días.
Murieron en su mejor momento
Estas últimas horas, en Lalín los vecinos comentan la gran relación que unía a Cruz con su hijo Jaime. Aseguran que de alguna forma estaba escrito que murieran juntos. La mujer se convirtió en el gran apoyo del muchacho cuando su padre, del que ella ya estaba separada, mató a su abuelo.
Aquello traumatizó a Jaime, que durante su juventud tuvo problemas con las drogas y pasó por varios centros de desintoxicación. Gracias al apoyo de su madre salió adelante y en los últimos años estaba rehabilitado. El sábado subió al autobús para ir con su madre a casa de sus hermanos, en Pontevedra.
Nunca llegaron, porque murieron junto a otras cuatro personas en el fatídico suceso. Perdieron la vida justo cuando habían encontrado la tranquilidad en sus vidas después de aquella experiencia traumática. Dos vidas truncadas en el que ya es uno de los accidentes más graves de los últimos años.
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