Dana Leonte tenía 31 años cuando el 12 de junio de 2019 desapareció de su casa en Arenas, en La Axarquía de Málaga. La investigación señaló como sospechoso a Sergio Ruiz, su novio. Tres años después se ha fijado la vista oral, sin que se sepa aún dónde está enterrada la cabeza de la víctima.
Esto es algo importante, ya que el cráneo es una pieza clave para sostener la tesis de la policía. La investigación apunta que el novio de Dana la mató golpeándola con un palo en la cabeza, así que sin cabeza será difícil sostener la tesis. Se ha fijado la vista de las partes el próximo 23 de septiembre.
Todos los indicios señalan al sospechoso, pero sin la pieza clave es difícil consolidar una acusación. De hecho, la ausencia de cadáver motivó la puesta en libertad provisional de Sergio. A pocas semanas de la vista, encontrar el cráneo sigue siendo la única esperanza de resolver este caso.
La hipótesis de la muerte de Dana
Han pasado tres años del crimen de Dana Leonte, y a pesar de las sospechas más que justificadas no se ha podido demostrar nada. Han ido apareciendo partes del cuerpo de la víctima como el fémur que halló por azar un perro de caza. Solo faltan las vértebras, alguna costilla y el cráneo.
De hecho, el cráneo es la pieza clave para refutar la hipótesis del asesinato que sostiene la Guardia Civil. Según esta versión, Sergio mató a Dana después de una discusión, con un fuerte golpe en la cabeza con un palo. Encontraron el arma homicida en su casa con restos de ADN de la víctima.
La hipótesis sostiene también que después trasladó el cuerpo a la montaña y la enterró en el campo. Se organizaron numerosas batidas para peinar la zona del entorno, pero sin éxito. Solo la casualidad permitió que los animales fueran sacando a la luz partes diseminadas del cuerpo y las ropas.
Sin la cabeza, solo hay sospechas
La Guardia Civil ha conseguido construir un relato creíble, pero sin la principal prueba (el cráneo) podría ser insuficiente. Sin la cabeza de Dana no se puede demostrar la causa de la muerte. La desesperación es tal que se llegó a contratar los servicios de una vidente para saber dónde está la cabeza.
El último auto de la Audiencia Provincial de Málaga, en septiembre de 2020, deja claro que sin esa prueba no hay caso. “Siguen ignorándose todos los datos relativos al momento, lugar y forma en que ella murió”, establece. Esa fue la premisa para dejar en libertad al principal sospechoso.
“Tampoco fue posible situar al investigado en el lugar y el momento del óbito”, añadía. La investigación aportaba intervenciones telefónicas, dispositivos de geolocalización y pruebas testificales. Pero el tribunal consideraba que “por sólidos y argumentados que parezcan los indicios, permiten solo una sospecha”.
Sergio defiende su inocencia
Sergio Ruiz defendió desde un buen principio su inocencia, y su versión era que Dana se había ido por su cuenta. La aparición de los huesos no le hizo recular, y se limitó a decir que lo sentía por la hija de la víctima. Además, denunció presiones de la Guardia Civil para que confesar el crimen.
La Guardia Civil describe al sospechoso como una persona mentirosa y violenta, incapaz de controlar sus impulsos. El testimonio de la mujer con la que mantuvo una relación después de romper con Dana ha sido revelado. Según explica la llamaba “zorra rumana” y sugería su intención de matarla.
El análisis de los teléfonos revela un cruce de agresiones y amenazas en una relación de lo más turbulenta. La policía señala como móvil del asesinato los celos y el temor de que Sana le abandonara. Sergio borró los mensajes del mismo día de la desaparición, en los que ella amenazaba con abandonarle.