Esta semana ha arrancado en Valencia el juicio por la muerte de Isaac Guillén Torrijos, el policía local de 47 años con una enfermedad degenerativa. La acusada es Beatriz, su mujer, que lo estranguló y enterró el cadáver en una finca de Godella. Se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable.
Beatriz admitió los hechos pero alegó que lo había matado por compasión, para cumplir la voluntad del propio finado. Sin embargo, la Fiscalía descarta que se trate de una caso de muerte asistida y pide para ella la pena máxima. Aquel crimen cometido el 1 de diciembre de 2019 causó una gran conmoción.
La Fiscalía considera probado que Beatriz suministró un sedante a su marido y que, una vez dormido, lo estranguló. Luego lanzó el cuerpo en una fosa y lo cubrió de tierra. Durante meses hizo creer que Isaac había desaparecido, e incluso mandaba mensajes a su familia con el móvil del fallecido.
Extraña desaparición
Isaac, expolicía local de Catarroja, desapareció misteriosamente el 1 de diciembre de 2019 en Valencia. Sus hijos menores de edad se preguntaban dónde estaba su padre, que hacía tiempo padecía una enfermedad degenerativa. Cuando la policía interrogó a su segunda mujer, Beatriz, respondió convencida.
Ese día le había llevado a Valencia, donde había quedado con unos amigos discapacitados para celebrar un cumpleaños. Luego le envió un mensaje en el que parecía despedirse, lo cual sugería que había desaparecido voluntariamente. Seis meses después, la policía encontró la silla de ruedas en un barranco.
Tras varias horas cavando encontraron el cadáver del policía desaparecido, con signos de muerte violenta. Inmediatamente detuvieron a Beatriz, de la que decían que maltrataba a su marido y se reía de su discapacidad. De esta manera trágica acabó el calvario que sufría este hombre desde hacía años.
Todo por dinero
En 2014 le diagnosticaron a Isaac una enfermedad neurodegenerativa que afectó a su movilidad. Al mismo tiempo se divorció de su primera mujer, que le había acusado de malos tratos y le hacía la vida imposible. Quedó solo, sin poder cuidar de sí mismo y hundido en una depresión.
En 2017 apareció Beatriz, que vio en Isaac la oportunidad perfecta para solucionar sus apuros económicos. El expolicía cobraba una paga de invalidez de más de 3.000 euros al mes, y tenía contratado un seguro de 200.000 euros. Ella le propuso matrimonio, y él aceptó a sabiendas de que no era por amor.
Fue entonces cuando empezaron los malos tratos, los gritos y las malas palabras. Cuando Isaac desapareció dijo que había caído en una depresión y que tenía la intención de quitarse la vida. Unos meses después la detuvieron a ella como presunta autora, y a su hijo menor como cómplice.
Lo enterró estando aún vivo
Según el relato de la Fiscalía, Beatriz durmió a Isaac con un sedante y lo metió en el coche con una bombona de butano abierta en su interior. Puesto que no falleció, le estranguló con el cordón de los zapatos. Isaac se revolvió y le golpeó en la cara, en un último intento de salvar su vida.
La autopsia señaló que Isaac tenía tierra en los pulmones, lo cual indica que aún estaba vivo cuando lo enterró. Durante meses mandó mensajes desde su teléfono móvil para simular que aún seguía con vida. “Cuando pase algo os avisarán de inmediato, debéis respetar mi voluntad”, decía un mensaje.
Una vez destapado el caso, intentó convencer a los investigadores de que había matado a Isaac para cumplir su última voluntad. Algo que no cuadra con el historial de malos tratos y vejaciones a los que le tenía sometido. Descartada la eutanasia, la viuda negra se enfrenta ahora a un delito de asesinato.
Un delito de asesinato con agravante, ya que la víctima estaba indefensa al no poder valerse por sí misma. Esto significa que podría ser condenada a la pena de prisión permanente revisable. Así lo desean los hijos de Isaac, el hombre que cometió el peor error de su vida al casarse con su asesina.
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