Juan murió víctima de una agresión la mañana del 15 de agosto tras una noche de diversión en las fiestas de su pueblo, Íllora (Granada). Esa era la única certeza sobre lo ocurrido, ya que hasta ahora circulaban varias versiones. El atestado policial ofrece por primera vez una hipótesis sólida.
Las diligencias policiales señalan que el origen de la agresión fue una copa derramada. No precisa si la bebida fue vertida por los agresores o por las víctimas, ni sobre quién cayó. Pero sí señala que a partir se desencadenó una pelea en la que se vio implicado Juan, la víctima mortal.
Juan Castro tenía 19 años y murió tras golpearse la cabeza contra el suelo al ser agredido por otro joven. El detenido por estos hechos es Brandon, de 23 años y miembro de una familia conflictiva del pueblo. La policía espera cerrar pronto el caso para apaciguar los ánimos de los vecinos.
Juan, víctima colateral de la trifulca
Según el atestado de la Guardia Civil, que acaba de salir a la luz, la copa derramada fue el inicio de una agresión. Un grupo de personas de más edad, algunos de etnia gitana, la emprendieron a golpes contra tres chavales del pueblo. Los agredidos acababan de cumplir la mayoría de edad.
Asustados por la diferencia de edad, los chavales huyeron corriendo de allí mientras eran perseguidos por los agresores. Finalmente consiguieron despistar a los perseguidores dispersándose por el pueblo. Mientras, Juan y su novia abandonaban el recinto ferial ajenos a la pelea.
La mala suerte quiso que sus pasos se cruzaran con los de Brandon, su hermano y algunos amigos de la pandilla. Sabiendo que Juan era amigo de los chavales que habían huido, Brandon se le encaró. Según el atestado, se dirigió a él con las palabras “dime dónde están tus amigos o te mato.
La brutal agresión a Juan
Según revela la investigación, Juan se vio de pronto en medio de una situación que le era totalmente ajena. Sin comerlo ni beberlo, se encontraba rodeado por un tipo enfurecido y otros miembros de su pandilla. Las amenazas apabullaron al chaval, que no sabía ni siquiera a quién se referían.
Su ignorancia fue la excusa perfecta para que Brandon descargara toda su ira contra él, y la emprendió a golpes. Según los testigos le golpeó la cara y el resto de la cabeza. Puede que también otras partes del cuerpo, pero eso lo determinarán los resultados de la autopsia, que aún no están disponibles.
Lo que sí está confirmado es que el chaval cayó al suelo golpeándose la cabeza contra el bordillo. Sin demasiadas fuerzas consiguió levantarse y andar unos metros hasta que se desmayó. El agresor siguió golpeándole y pateándole con ensañamiento, sin que ninguno de sus acólitos le parara.
No se arrepiente de lo ocurrido
Brandon estaba tan cegado de ira que incluso golpeó con ensañamiento a la novia de Juan. Luego los dejó allí y emprendió una huida durante la cual dio una paliza a otro joven. El agresor se montó en el coche y se marchó pasando por el lado de Juan, que yacía en el suelo agonizando.
“Si lo he matado, ya sabéis dónde venir a buscarme”, son las palabras de Brandon al saber que Juan estaba muerto. Los testigos identificaron al homicida y la Guardia Civil fue a buscarlo a su casa, pero ya no estaba. Se entregó al día siguiente, y confesó los hechos aunque no pidió perdón.
Según afirman, declaró en actitud retadora sentado con las piernas abiertas y sin ningún atisbo de arrepentimiento. Sus allegados le defienden, aseguran que fue una muerte accidental y que Brandon estaba defendiendo a su hermano pequeño. Las evidencias, sin embargo, apuntan a lo contrario.
Calma tensa en el pueblo
En Íllora reina estos días una calma tensa, después de los disturbios que siguieron a la muerte de Juan. Los vecinos llegaron a pedir al alcalde que expulsara a los miembros de esa familia conflictiva. La comunidad gitana, por su lado, denunció al alcalde por un delito de odio e incitación.
Tras pasar a disposición judicial, el juez decretó prisión provisional, comunicada y sin fianza para el detenido. La policía sigue recabando pruebas para cerrar el caso y garantizar que el responsable pague por lo que ha hecho. La familia de Juan ha manifestado su plena confianza en la justicia.
Aunque los ánimos se han calmado, en Íllora los vecinos se siguen manifestando pidiendo justicia para Juan. Lo que es evidente es que estos hechos han cambiado para siempre la vida de este municipio. La muerte del joven se produjo en un contexto de inseguridad y agresiones constantes.