Este miércoles, 7 de agosto, se cumplen 23 años de la gran tragedia del camping ‘Las Nieves’ de Biescas (Huesca). Ese verano de 1996, España se sumergió en el luto después de que una riada arrasara toda esta instalación acabando con la vida de 87 personas y dejando heridas a 187 más que estaban pasando las vacaciones en la zona.
Se da la circunstancia de que el camping se encontraba justo en un punto de deyección de un barranco que desembocaba en el río Gállego. Pese al riesgo de inundación de la zona, la instalación se acabó instalando allí y, finalmente, el 7 de agosto de ese año las fuertes lluvias provocaron una monumental riada que arrasó completamente el camping.
Un paseo por el tiempo : La tragedia de Biescas
Una tormenta persistente con lluvia muy intensa
Concretamente, y según determinó la sentencia de la Audiencia Nacional, aquella tarde se originó una «tormenta persistente con alto nivel de precipitación» en la cuenca del río Arás «que dio lugar a una riada» que destruyó casi todas las presas de contención, dos puentes e incrementó la anchura y profundidad del barranco.
El agua bajaba con tanta fuerza que arrastró árboles, rocas y lodo, creando una obstrucción que derivó toda la riada a la zona donde había el camping. En 24 horas llegaron a caer 185 l/m² con un aguacero torrencial, cifra muy importante pero no extraordinaria en los Pirineos.
El Estado y la Diputación General de Aragón, responsables de la tragedia
Finalmente, la sentencia de la Audiencia Nacional sobre los hechos emitida en 2005 determinó que el Estado (Confederación Hidrográfica del Ebro) y la Diputación General de Aragón eran los responsables de la tragedia. Ambas instituciones fueron condenadas a indemnizar con 11.265.987 euros a las víctimas.
El camping de ‘Las Nieves’ contaba con visitantes de muchas comunidades autónomas, especialmente Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana, País Vasco, Cantabria, Madrid, Andalucía o Castilla y León, así como extranjeros de países como Holanda o Francia. Como en todas las tragedias, siempre aflora el lado más humano de las personas, y los habitantes de Biescas dieron un gran ejemplo de solidaridad con las víctimas.
Los equipos de rescate estuvieron mucho tiempo buscado a las víctimas desaparecidas entre los escombros y hasta 15 kilómetros río abajo. De hecho, el último cuerpo sin vida se encontró al cabo de un año. Se trataba de un niño que había desaparecido en la riada y se convirtió en la víctima 87 definitivamente.