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Una araña sobre su tela de noche con unas farolas de iluminación pública detrás

Alarma medioambiental por la posible desaparición de los insectos en un siglo

La mano del hombre tiene toda la culpa de la situación a través de la agricultura intensiva, los pesticidas y el cambio climático. Las consecuencias mundiales pueden ser «catastróficas»

Por si fuera poco, el medio ambiente se expone ahora a otra situación muy crítica por culpa de la mano del hombre y su contaminación: la posible desaparición de los insectos de todo el mundo en tan solo 100 años.  Así lo concluye un estudio internacional liderado por la Universidad de Sídney, en Australia, que alerta que este escenario sería un «colapso catastrófico» de los ecosistemas de la naturaleza. 

En este sentido, los insectos se están reduciendo un 2,5% cada año en todo el mundo y nada hace pensar que esta tendencia se vaya a revertir. Además, el 40% de estos bichos están disminuyendo a gran velocidad y un tercio están en elevado peligro de extinción. Unos niveles de reducción que son ocho veces más elevados que la de los mamíferos, las aves o los réptiles.

El cambio climático, la agricultura y los pesticidas: los culpables del desastre

Según informan los responsables del estudio, la agricultura intensiva, el uso de pesticidas y el cambio climático son los principales culpables de esta situación que podría corroborar el desastre en el año 2100.  En este sentido, en diez años ya podríamos perder una cuarta parte de los insectos y en 50 años la mitad, razón por la cual los expertos hacen una llamada a poner solución a este problema de forma inmediata.

En este sentido, los expertos avisan de que la desaparición de los insectos conllevaría consecuencias «catastróficas» para la humanidad y los ecosistemas de todo el planeta, debido a que estos animales sirven de alimento para otras especies y funcionan como polinizadores y aprovechadores de nutrientes.

Sin duda, la agricultura intensiva es la causa más grave en la desaparición de los insectos, debido a que conlleva la eliminación de árboles y arbustos  de los campos de conreo, que acaban siendo tratados con pesticidas y fertilizantes, cosa que acaba con las propiedades esenciales del ecosistema para la supervivencia de los bichos.